Pepito, Coquito y Carlitos* son un trío de patas que deciden hacer lo mismo de todos los fines de mes para “celebrar”: irse a un “night club”, pero esta vez deciden compartir esta “afición” con Luchito*, quién sabe en el fondo que eso no está bien. Luego de momentos de vacilación disimulada, Luchito acepta, total es “soltero” y “adulto”, así que sin darle más vueltas al asunto decide acompañar a sus colegas al local de marras. Esa noche bebieron alcohol, se divirtieron viendo el table dance, pero cuando le llegó el turno a Luchito, a insistencia de sus acompañantes, las preguntas surgieron en su cabeza: “¿Por qué tengo que hacer esto?, ¿qué hago en este lugar?” Coquito intuyendo lo que ocurría, lo espetó: “Oe, no pasa nada, tranquilo, ponte condón nomás”. Luchito “cayó” esa noche. Un mes después Luchito estaba angustiado, “¿y si no me puse bien el preservativo?, ¿y si se rompió un pedacito?, ¿y si el condón estaba vencido?”, “y si…”. Para colmo debía esperar dos meses más para poder salir de dudas. Fue un largo suplicio. Hoy Luchito está tranquilo, salió negativo en su prueba ELISA, pero cada vez que conversamos me hace la siguiente pregunta: “¿Por qué exponemos nuestras vidas estúpidamente?” Y mi respuesta es la misma: “porque primero debemos protegernos de nosotros mismos”.
Distinta suerte corrió Stuart*, alguien a quien aprecié mucho por su talento, calidez, buen humor e inmensa cultura. El falleció de SIDA y aun me duele recordarlo porque eso nunca le debió pasar. Su problema radicaba cuando cruzaba temerariamente el límite en la movida gay de Lima. Él siempre se “cuidaba”, siempre procuraba saber con quién estaba, pero de vez en cuando no podía cuidarse de sí mismo cuando el de enfrente era demasiado “atractivo”, cuando el vértigo del impulso sexual se hacía incontrolable. Según la OMS, Cruz Roja y otros portales de salud, el sexo contra natura (anal) sin protección es la vía de mayor posibilidad de contagio. La pregunta de Luchito una vez resuena en mi cabeza: “¿Por qué exponemos nuestras vidas estúpidamente?”
Pero hay algo peor que eso en medio de este drama: atropellar los datos estadísticos por salvar una ideología, la ideología de género y la revolución sexual. El mejor ejemplo de esto lo constituyen las inefables declaraciones de Susana Chávez, directora de PROMSEX, quién en su última aparición en El Comercio, empezó diciendo: “Quienes están en riesgo siguen siendo los mismos de siempre: jóvenes desinformados, con prácticas sexuales inseguras y en altísimas condiciones de vulnerabilidad”.
Hasta ahí todo bien pero, a continuación y con un desparpajo escalofriante, escribió unas líneas que resumen sus verdaderas intenciones: “… se debe incluir otros determinantes (en las políticas públicas de salud) (…) incluido el ejercicio de una sexualidad segura y placentera…” ¡Voilá!, allí está su cacao mental. Para Susana Chávez, las prácticas sexuales inseguras no existen si es que de “liberación sexual” se trata. Esta argumentación falaz consiste en decirle a gente como Luchito, “Oe, no pasa nada, tranquilo, ponte condón nomás”, y a seguir jugando a la ruleta rusa.
Esta es la gran mentira y es realmente diabólico. Gente que se acostumbra a “ejercer su sexualidad segura y placentera” usando un condón, empieza a deteriorar su fuerza de voluntad para decirle no al impulso sexual. ¿Y qué tal si un día estoy recontra caliente y no encuentro un condón a la mano?, pues correré el riesgo de no protegerme de mí mismo ya que mi voluntad está muy frágil como para decirle no a ese momento de éxtasis y descontrol. Le pasó a Stuart y les pasó a muchos otros más.
Pero Susana Chávez, obstetra de profesión, tiene el poder de cambiar todo para alegría de Benita Cadeau De Fessel**. Su organización, PROMSEX, ha reconocido que desde el 2010 van percibiendo una financiación internacional de más de medio millón de dólares, ¿y si buena parte de ese dinero se va para campañas que promuevan la abstinencia y la monogamia en primer lugar?, ¿y si convence a su legión de feministas para que trabajen apuntando a ese fin? Ese es el verdadero empoderamiento de varones y mujeres y ese es el método más cómodo y eficaz. Enseñarle a la población que la “sexualidad segura y placentera” solo se da en un contexto familiar y de compromiso, ayudaría a que todos los primeros de diciembre sean fechas de verdadero triunfo. Todo lo que se diga contra esto es pura coprolalia y lo digo con vehemencia porque ningún Luchito merece sufrir ese calvario y porque ningún Stuart merece ese final.
* Los nombres ejemplificados son ficticios para defender el buen nombre de los aludidos.
** Fundadora de la carrera profesional de obstetricia en el Perú motivada por el alto índice de mortalidad materno-infantil de inicios del siglo XIX. Fue fiel defensora de la vida y reflejo de vida familiar ejemplar.