Dios concede la victoria a la constancia, por Josef Zielinski

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Esta frase le pertenece a Simón Bolívar, probablemente el personaje venezolano más importante de todos los tiempos (su actuación en el Perú fue ciertamente muy funesta, pero no podemos negar su importancia en la historia latinoamericana), y grafica de manera muy exacta lo ocurrido en esta nación hermana el domingo pasado. Tuvieron que pasar 17 años para que la oposición, agrupada alrededor de la Mesa por la Unidad Democrática – MUD, pudiera alzarse – al fin – no solo con el triunfo en las elecciones parlamentarias celebradas el 06 de diciembre pasado, sino también lograr una mayoría calificada en la Asamblea Nacional venezolana (112 representantes sobre 55 del oficialismo) lo que les permitirá hacer modificaciones constitucionales y nombrar a funcionarios públicos tan importantes como los miembros de la Corte Suprema o el Defensor del Pueblo, o incluso destituir al presidente de la república.

Este triunfo es justamente resultado de la constancia, una de las más grandes virtudes con las que puede ser bendecido un ser humano ¡Y vaya que la oposición democrática venezolana ha dado muestras de constancia! Se les fue quitando poderes de manera paulatina a las autoridades opositoras no obstante fueron electas de manera democrática, se encarceló a varios de sus líderes (caso de Leopoldo López o Marco Antonio Ledezma), los medios opositores fueron – lentamente y uno tras otro – silenciados o eliminados, incluso un dirigente opositor – Luis Manuel Díaz – fue recientemente asesinado durante la celebración de un mitin político y un muy lamentable y largo etc. Y aun así, cuando todo parecía estar en contra de ellos (y efectivamente todo lo estaba), persistieron en su intento de devolverle a Venezuela el sistema democrático que el chavismo les arrebató. Es por ello que la oposición democrática venezolana se hace merecedora de mi más profunda admiración y respeto y por ello siento – como muchos – su triunfo como propio.

Ahora bien, es evidente que este es un gran triunfo de la oposición democrática venezolana, pero el camino para desmontar todo el aparato chavista creado en los últimos 17 años es todavía muy largo y si a esto debemos adicionar una crisis económica (que incluye un decrecimiento calculado de alrededor del 10% del PBI y una inflación anualizada por encima del 200%) y una creciente inseguridad ciudadana, es muy iluso pensar que la luz al final del túnel ya está cerca para los llaneros. Solo piensen ¿Cuánto tiempo le tomó a nuestro país salir de la crisis generalizada de los años 80, situación que fue muy similar a la que vive Venezuela ahora? Sin embargo el inicio es muy auspicioso para la MUD. Cuentan primero con un gran apoyo popular (poco más de dos tercios de la ciudadanía), los gobiernos de izquierda populista están cayendo uno tras otro en nuestra región, Cuba se acerca a los EE.UU., además de otro factor que es muy importante. En política los triunfos unen y motivan una actitud más proactiva no solo en los líderes y militantes, sino también en los simpatizantes. Por último no debemos olvidar que el chavismo ya no cuenta con el apoyo popular del que gozaba cuando Chávez aún vivía, lo que les deja poco margen de maniobra si es que desean maniatar o intimidar a la nueva mayoría parlamentaria.

Pero de todo esto, los latinoamericanos debemos sacar una lección. La democracia es un sistema muy frágil y esta no descansa necesariamente en sus instituciones, sino en las personas que las conforman. Es decir, en lo bien preparadas profesional y éticamente se encuentren. Probablemente pocos lo sepan, pero Venezuela fue hasta el año 1998 la democracia más longeva de América Latina, con más de 40 años de transiciones democráticas sucesivas ¿Por qué entonces cayó en manos del chavismo? La respuesta es sencilla. La democracia venezolana no solo era ineficiente e ineficaz, sino también se encontraba muy corrompida, consecuencia de la “maldición del petróleo” y la población ya no se sentía representada por las dirigencias políticas de aquel entonces que – no obstante la riqueza petrolera – habían llevado a su país a una delicada situación económica. En un contexto así, es muy fácil que un líder populista surja, gane el poder y luego su cura resulta peor que la enfermedad. Es obligación de todos los ciudadanos proteger a la democracia. Es el único sistema que puede garantizar de alguna forma la adecuada realización de las personas. Es imprescindible entonces que nosotros seamos también constantes en la defensa de la democracia y en la persistencia del duro camino que nos lleva al desarrollo. Es la única forma como al final del camino Dios también nos concederá la victoria.