El pasado 3 de abril escuchamos un debate político preelectoral abundante en señalar los puntos débiles entre candidatos y aunque el común denominador fue afirmar que cada uno puede gobernar con éxito, un tema resultó inadvertido en la agenda del debate: el derecho a la accesibilidad.
Si usted piensa que la accesibilidad le va a servir para elegir una ruta descongestionada para su auto, se equivoca porque la accesibilidad no es sólo una ruta libre de tránsito. Existen múltiples definiciones sobre «accesibilidad“ y es que van evolucionando e integrando las necesidades de toda la población, no sólo de las personas con discapacidad. No obstante, los especialistas coinciden en identificar que es «el grado en el que todas las personas pueden utilizar un objeto, visitar un lugar o acceder a un servicio, independientemente de sus capacidades físicas o cognitivas”. Significa que ninguna barrera debe impedir que las personas desarrollen una vida normal tengan discapacidad o no. Es decir, los adultos mayores deberían usar las rampas de las calles sin temor a resbalarse; las mujeres en estado de gestación deberían caminar por la calles sin temor de ser arrolladas por una bicicleta; las niñas y los niños cruzarían por calles limpias de desechos orgánicos; las personas ciegas serían independientes gracias a los semáforos audibles que indican el momento preciso para cruzar; las personas en sillas de ruedas circularían por calles sin huecos y los ciudadanos de a pie no se quejarían de la contaminación visual y de árboles que están a punto de caerse, entre otros.
Este valor público que demanda el ciudadano se expresa en el denominado “plan de accesibilidad”. El plan de accesibilidad ha sido considerado en los planes de Frente Amplio, Peruanos por el Kambio y Todos por el Perú. Pero en todos los casos no se concibe como un medio para la adecuación de los espacios físicos: rampas en las calles, estacionamientos públicos y privados para personas con discapacidad sino que se asocia, por ejemplo en el caso de Verónica Mendoza, con la implementación de un modelo denominado Rehabilitación Basado en Comunidad. Este modelo atiende casos, y sin dejar de ser valioso no es universal en su aplicación porque cada caso de las personas con discapacidad es único y complejo. Señala la creación de una Dirección Nacional de Accesibilidad en el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, pero se trata de una instancia a nivel nacional cuyo éxito dependería de la articulación con los gobiernos locales. En el caso de Todos por el Perú de Julio Guzmán, la propuesta no es novedosa ya que se propone intervenir en los centros de intervención temprana. Pero en ambos casos la ciudad como tal y sus problemas de accesibilidad son invisibles.
Punto aparte merece la propuesta de PPK que define el acceso universal para las personas con discapacidad a los servicios públicos incidiendo en la transformación de la ciudad en sus espacios públicos, transporte, edificaciones y comunicaciones. Es decir, eliminación de las barreras físicas para el libre acceso, circulación y permanencia.
Pero ¿por qué este tema puede ser relevante para los ciudadanos? A quién le interesa la accesibilidad si estamos acostumbrados a no cruzar por las rampas que son empinadas; a ver personas ciegas que no pueden ubicar solos las calles; a encontrarnos con adultos mayores que no tienen asientos en un transporte público; a niños que no pueden usar los parques de sus casas porque no hay juegos infantiles para ellos; a personas sordas preguntar a otra persona oyente qué noticia fue la más importante del noticiero utilizando un papel y un lápiz.
Y es que la accesibilidad es un derecho que permite a todos los ciudadanos, no sólo a las personas con discapacidad usar la calle, el transporte, los parques, las comunicaciones con comodidad e independencia. Acceder a la ciudad nos inserta como seres humanos al mundo.Movilizarnos, usar servicios, comunicarnos nos integra y permite desarrollarnos. El derecho a la accesibilidad nos pertenece a todos porque nos define al conectarnos unos con otros. Si aprendamos a identicarlo cuando caminemos por la ciudad entonces llegará el día en que la demanda ciudadana hará que todas sus autoridades lo recobren del olvido.