Adiós, Toni, por Juan Diego Llosa

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Rafa llegaba a un restaurante elegante en Shanghái con un pantalón corto, evidentemente estaba prohibido vestir así, pero, en fin, se podía hacer la excepción. Era Rafael Nadal. Así lo entendían todos, menos el tío Toni. Rafa tuvo que volver al hotel, cambiarse y regresar nuevamente a comer con la ropa adecuada.

A Toni nunca se le pasó por la cabeza que una persona pueda tener privilegios sobre el resto por el simple hecho de saber pegarle bien a una pelota amarilla. Y a eso se debe la humildad de su sobrino, que, siendo número uno del mundo, limpiaba los flejes de las pistas de arcilla donde entrenaba.

El entrenador de Rafa no sigue la tendencia actual de consentir todos los caprichos de los menores y sabe perfectamente que si él dice algo, eso es así porque sí y no necesita darle explicaciones a nadie.

Cuando Rafa ganaba un torneo local en Mallorca, Toni, muy lejos de felicitarlo, solicitaba al club la lista de los últimos 100 campeones de ese evento para demostrarle a su sobrino que solo uno de esos jugadores pudo vivir como profesional. Es decir, que su probabilidad de llegar a vivir del tenis era del 1%.

En su libro, Toni recuerda el diálogo que tuvo con Rafa antes de su primera final con Roger Federer:

  • Tío, ¿cómo ves el partido?
  • A ver. Federer tiene un mejor saque que tú, también una mejor derecha y un mejor revés. Es más sólido que tú en la red y tiene mucha más experiencia en este tipo de partidos.
  • Tío, no me estás ayudando.
  • Si quieres te miento para que te sientas más tranquilo, pero esta es la realidad. Roger no te va a mentir en el juego. Lo que está a tu alcance es dejar todo en la pista y a lo mejor vas a tener algunas opciones de ganar.

Para que estos métodos tan insoportables puedan prosperar, es necesario que tu alumno sea igual o más dócil que Nadal. Es muy fácil tirar la toalla con una persona que resalta más tus defectos que tus virtudes. Toni reconoce que él exige a sus alumnos hasta donde cree que puedan aguantar y que hubiera sido imposible entrenar a sus hijos de la misma forma que a Rafa.

En estos últimos años Toni no ha sido más que un acompañante de su sobrino en sus giras por el mundo. El trabajo más complicado, que fue formar su carácter, ya lo cumplió hace muchos años. Ahora todo avanza en piloto automático.

El entrenador mallorquín le ha inyectado a Rafa una dosis de valores que lo van a acompañar el resto de su vida. Su sobrino nunca va a tirar una raqueta al suelo porque sabe perfectamente que hay gente que no tiene qué comer y, así le regalen mil raquetas, es una falta de respeto hacia el público derrochar 200 dólares por el simple hecho de haber perdido un punto.

Mucha gente no entiende cómo Rafa sigue celebrando cuando se encuentra prácticamente muerto en el marcador. Es el producto de la formación de su tío, para Toni es inentendible dejar de luchar un partido. La actitud no se negocia.

La copa de maestros fue el último torneo de Toni como entrenador. A partir de ahora se dedicará a dirigir la academia de Rafa en Mallorca. A pesar de tener una influencia infinita en el éxito de Rafael, Toni se despide del circuito con una carta de agradecimiento a su sobrino por lo que le ha hecho vivir en todos estos años. Esa humildad es la que va a quedar marcada en todos los fanáticos del tenis.

Buen trabajo, Toni.