Adrián es un pequeño niño de ocho años que vive en Valencia. A su corta edad se le diagnosticó un tumor maligno a los huesos. Al igual que todo niño, él también tiene sueños. El suyo es ser torero (Justo el momento en el que algunos lectores van a empezar a rasgarse sus envestiduras).
En octubre Adrián fue homenajeado junto algunos de sus ídolos (Enrique Ponce, ‘El Soro’ y ‘Rafaelillo’) en una corrida benéfica en su ciudad y la noticia hizo que miles se solidarizaran con su lucha. Sin embargo, hubo quienes mostraron hasta dónde puede llegar el odio y la miseria en un ser humano.
Hace unos días dos “valientes” cibernautas que le desearon la muerte a Adrián fueron detenidos. Se entienden las posturas, pero sobre todo se debe priorizar el respeto. Más aún si hablamos de un niño.
Las redes sociales son de mucha utilidad, lamentablemente hay personas que sólo las usan para desprender odio en caracteres virtuales. Según la policía escribieron «comentarios injuriosos en contra de un menor en redes sociales», y se les imputan «los delitos de odio, de injurias y contra la integridad moral».
Ambos eliminaron sus comentarios ante la polémica que generaron. Uno de ellos incluso manifestó que el dinero destinado a la salud pública no debería usarse en niños como Adrián. No todos los anti-taurinos son así, existen algunos que respetan y de manera recíproca son respetados. Es importante marcar distancia entre el apasionamiento y la cultura del odio.
Es horrible olvidarse que en algún momento fuimos niños, pero peor aún es olvidarnos que somos seres humanos.