Para el actual Gobierno, el 2015, viene siendo algo extraño, la mayoría de la opinión pública presentía que este año vendría sin ningún acontecimiento resaltante con nada más que solo generar expectativa para el siguiente, sobre todo después del fracaso de la Ley Pulpin que prácticamente dejó expuestas las intenciones electorales de nuestro Congreso y el poco tiempo que le queda al Gobierno. Sin embargo, algunos acontecimientos como el cambio de Gabinete, la salida de Urresti y el reciente caso de espionaje por parte de nuestro vecino del sur parecen no dejar que este año acabe sin sorpresas.
Quiero atreverme a hacer predicciones hoy día, en vista de que el próximo año es un año electoral, este deberá entonces estar cargado de diversos acontecimientos: candidaturas, spots, campañas; lo habitual. De igual forma creo que hay actores que ya están delimitados dentro del escenario político, tales son el caso de Alan García y de Keiko Fujimori. La sorpresa ha sido el señor Mauricio Diez Canseco que reveló su intención de llegar a la presidencia perfilándose como el outsider que porta la voz y voluntad de los ajenos a la política.
Pero si vamos a hablar de outsiders uno de los nombres que últimamente suenan con mayor fuerza es el del señor Julio Guzmán Cáceres el cual el semanario “Hildebrandt en sus trece” describió como “un outsider del gusto de la derecha”. Claramente es una opción más que se suma al complejo, pero entretenido contexto que constituyen las elecciones en el Perú.
Daniel Urresti como candidato del nacionalismo tiene una posición interesante al predicar que hará lo mismo que el gobierno actual no es exactamente ganar votos y predicar que hará algo diferente es poco creíble, pero en este Macondo de realismo mágico y electores aún más fantásticos todo puede suceder y me atrevería a predicar que dada su aprobación en las encuestas, Urresti podría representar alguna sorpresa en el 2016.
Muchos otros nombres y personalidades saltan y se podrán apoderar de los titulares por una o dos semanas pero la tendencia y la esencia es la misma. El pronóstico más claro puede ser este: si surge un candidato que agrupe los intereses o que represente lo que Ollanta Humala alguna vez representó, ese lado radical fuera del continuismo puede llegar a ser una fuerte propuesta y hasta ganar las elecciones.
Pero en vista de que no aparezca una cara que represente ese otro 50% del país, el pronóstico más claro lamentablemente, es que terminaremos eligiendo entre el moco o la baba, otra vez.