Amanecer en Pearl Harbor

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Aquel amanecer del domingo 7 de diciembre de 1941, siendo las 7.50 am. de la mañana y mientras se izaba la bandera de los Estados Unidos en los buques de la armada, todas las bandas empezaron a tocar el himno de los Estados Unidos en todas las cubiertas de los buques de la Flota del Pacífico, anclada en el puerto de Pearl Harbor, en Oahu, Hawai. Fue en aquél instante en que el comandante japonés Mitsuo Fuchida, al mando del primer bombardero, volando a la cabeza de decenas de aviones japoneses, dio la orden de ataque: “Tora, tora, tora”. Varios marineros y oficiales en los buques, comenzaron a ver con cierta curiosidad, como se perfilaban en el limpio cielo de ese amanecer en el Pacífico Sur, nubes de aviones caza y torpederos que se aproximaban hacia ellos. Teniendo el sol del amanecer en contra, no podían percatarse que se trataba de la primera oleada de la flota imperial aérea japonesa, tirándose en picada con todo hacia ellos. Mayor fue su sorpresa cuando dichos aviones comenzaron a arrojar sus bombas y torpedos, ametrallando las cubiertas de los buques. Pocos se percataron o fueron conscientes en aquellos primeros segundos de terror y asombro, que para los Estados Unidos de América, había comenzado la segunda guerra mundial.

 

¿Qué sucedía, por qué los bombardeaban? Nadie entendía nada. Por un instinto de supervivencia, algunos atinaron a correr a las ametralladoras y cañones antiaéreos de los buques a fin de defenderse, empezando a disparar hacia las oleadas de aviones que bajaban en picada disparando y arrojando sus torpedos hacia los buques. Aviones caza Mitsubishi A 6M2 Zero, llamados “Keke” por los americanos; aviones bombarderos Aichi  D3A2, llamados “Val”; y los torpederos Nakajima B5N2, denominados “kate”, fueron los que bombardeaban a mansalva a la flota estadounidense anclada. ¿De dónde salieron tantos aviones? ¿Cómo no los descubrieron antes? ¿Por qué nadie les advirtió? Interesantes preguntas que quedarían por resolver. ¿Qué estaba sucediendo?

 

Se trataba de la ejecución de un ataque sorpresa planeado por los japoneses con muchísima antelación contra la flota naval o “Flota del Pacífico” y la flota aérea estadounidenses ubicada en los aeródromos, en los alrededores del puerto. El ataque fue dirigido por el vicealmirante Chuichi Nagumo y su objetivo era neutralizar por un tiempo a la flota naval y aérea de los Estados Unidos en el Pacífico, a fin de poder conquistar luego con cierta tranquilidad, otros territorios que ambicionaba Japón como las islas Marshall, Marianas y Carolinas, Guam y las Filipinas así como las Indias holandesas, Tailandia y Malasia, entre otros. Si la Alemania nazi se autodenominaba el Tercer Reich, Japón ambicionaba formar «La gran Asia japonesa» y así superar la delicada situación económica por la que venía atravesando. La falta de combustible y petróleo era uno de los aspectos primordiales y Estados Unidos no sólo no le vendía a Japón sino que era un impedimento serio para obtener estos recursos de otras fuentes. La guerra era la única solución.

 

El almirante Yamamoto era el comandante en Jefe de la Flota japonesa. De acuerdo con la información obtenida por los japoneses mediante un espía en Oahu, se supo que en el puerto se encontraban ocho acorazados, pero no los portaaviones Enteprise y Lexington. La ausencia de los portaaviones era un hecho desalentador, pero consideraron que con el hundimiento de los acorazados, la operación sería igualmente un éxito. Tremendo error. Sólo Yamamoto se percataría, una vez finalizado el ataque, que el no haber encontrado a ningún portaaviones en el puerto, podría haber restado efectividad al ataque. A las 8.25am. se retiró la primera oleada. La segunda oleada estaba conformada por 54 bombarderos, 80 bombarderos en picada y 36 casas del portaviones Zuikaku los cuales  entraron a los pocos minutos en acción. Como curiosidad, cabe mencionar que un submarino de bolsillo japonés logró entrar en la bahía durante el ataque, aprovechando que la barrera que defendía la entrada del puerto había quedado negligentemente abierta después de la entrada de los dragaminas. Este submarino no causo daño y fue hundido. Hubieron otros tres submarinos de los cuales dos desaparecieron sin dejar rastros y uno embarrancó en la playa y su tripulación hecha prisionera. Sólo fueron enviadas dos oleadas de aviones a bombardear Pearl Harbor y sus aeródromos. La tercera oleada fue cancelada. Ya no era necesario pues ya no se tenía el elemento sorpresa. Algunos de los oficiales japoneses discreparon de ello, pues consideraban oportuno rematar el ataque con una tercera oleada. Yamamoto lamentaba la ausencia de los portaaviones y sabía lo que decía, pues tenía la seguridad que la guerra en el Pacífico Sur la ganarían los portaaviones. Meses más tarde, el hundimiento de cuatro portaaviones japoneses en la batalla de Midway le darían la razón y allí comenzaría la derrota de Japón.

 

A las 10am. súbitamente terminó todo. El zumbido de los aviones dejó de oírse, dejando detrás un extraño y sobrecogedor silencio, roto tan sólo por el crepitar de las llamas; los gritos angustiados de los heridos; y el llanto y rabia de los sobrevivientes. Finalmente el ataque había destruido 13 buques de guerra y 188 aeronaves, matando a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses. Japón perdió tan sólo 29 aeronaves. Sin embargo, Yamamoto no estaba satisfecho al no haberse podido hundir a ni uno de los portaaviones de la denominada Flota del Pacífico, objetivo principal a destruir, ya que éstos no estaban en el puerto y por lo tanto no fueron atacados. Como bien predijera el almirante Yamamoto al término del ataque: “Sólo hemos logrado despertar a un gran león dormido”. El tiempo le daría la razón. Con todo, Estados Unidos, tardó un año y medio para recuperarse de este ataque.

 

Terminado el ataque, la pregunta que quedó flotando fue: ¿Nadie sabía nada de este ataque? ¿El Servicio de Inteligencia de los Estados Unidos nunca supo nada? ¿Se pudo prever el ataque? Hoy este tema ha sido muy investigado y las evidencias apuntan a que Roosevelt y el alto mando militar de USA conocía de los preparativos de un ataque a traición por parte de Japón. Entonces, ¿Por qué el gobierno de USA permitiría esto? Sucedía que la gran mayoría de la opinión pública americana no quería entrar en la guerra. Sin embargo, Roosevelt sabía que tarde o temprano USA entraría en la guerra. Inglaterra, por intermedio de Churchill presionaba para ello, así como las otras potencias como la URSS de Stalin. Inglaterra estaba sola luchando arrinconada en su isla contra el nazismo. No aguantaría mucho tiempo. Europa estaba en manos de Hitler. Sólo Estados Unidos podría enderezar la balanza de la guerra y vencer a Hitler. No había alternativa. Pero el pueblo norteamericano necesitaba un fuerte motivo para entrar en guerra. No podía hacerse con un gran discurso de Roosevelt, sino por un motivo más profundo: un ataque a traición por parte de Japón era la oportunidad ideal. De allí que al enterarse Roosevelt de los planes de un ataque a traición por parte de Japón contra USA en Pearl Harbor, simplemente, no hizo nada y dejó permitiendo que pasaran las cosas como pasaron. Eso sí, no podía permitir que fueran destruidos los portaaviones, pues con eso se ganaría la guerra. De allí que era necesario que no estuviera ni un solo portaaviones en Pearl Harbor. Y eso fue lo que sucedió. Luego del ataque, la opinión pública estadounidense vio el ataque como un acto de traición infame pidiendo venganza, y la fuerza opositora a la guerra o “aislacionista” perdió el apoyo popular, la cual se volcó fuertemente a favor de la guerra contra las Potencias del Eje. A las pocas horas del ataque, el presidente Roosevelt, dirigiéndose al Congreso, declaró la guerra a Japón, y cuatro días después, Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos.

 

Esta es hoy la teoría más aceptada habiendo múltiples testimonios y documentos que la sustenta. Es curioso pero ésta no sería la primera vez que un “argumento” así es empleado por USA para entrar en una guerra o invadir un país. Hoy es aceptado que como consecuencia del hundimiento del trasatlántico “Lusitania” el 8 de mayo de 1915 al haber sido torpedeado por un submarino alemán, lo cual originó la muerte de 124 pasajeros estadounidenses, EE.UU declaró la guerra a Alemania el 2 de abril de 1917- ingresando USA a la Primera Guerra Mundial e inclinando la balanza a favor de Francia e Inglaterra, siendo este hecho, el hundimiento del Lusitania, un argumento de peso esgrimido para justificar dicha declaración de guerra. Así mismo, el extraño hundimiento del “Maine” originó que USA invadiera Cuba en 1898, guerra en la que paradójicamente otro Roosevelt, Theodoro, sería el héroe de dicha invasión. Finalmente recientemente ha comenzado a investigarse la teoría de si la destrucción del WTC, las torres gemelas en NY el 11 de setiembre del 2001, por supuestos ataques de Al-Kaeda, fue o no provocado por la misma CIA, con miras de invadir Afganistán y los campos de petróleo correspondientes. En fin, la historia ofrece hechos que los especialistas deberán investigar a conciencia y determinar la verdad de los hechos. Pero que muchas hechos históricos no son lo que parecen ser, ni que sucedieron como pareciera ser, constituye una realidad. Como dijera alguien alguna vez… por algo, la historia por lo general… la escriben los vencedores… En todo caso, a los 73 años del espantoso ataque a Pearl Harbor, vayan estas líneas como homenaje a todos los caídos en ese amanecer del domingo 7 de diciembre de 1941, los cuales posiblemente, murieron sin entender… qué diablos estaba pasando…