¿Aportar o no aportar?

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Winston Churchill dijo alguna vez que si ponía a dos economistas en una habitación obtendría dos opiniones distintas (y luego agregaba con humor que si uno de ellos era Keynes entonces tendría tres opiniones distintas) haciendo referencia a cómo los economistas nunca se ponen de acuerdo. Nunca ha sido tan cierto como en el reciente debate sobre el sistema de pensiones peruano y el papel de las AFP en el mismo. Todos tienen una opinión distinta y argumentan que cuentan con la evidencia para sustentar sus ideas. Para muestra, el «folclórico» debate (por decirlo de alguna manera) donde se comentó el estudio de un par de profesores de la Universidad del Pacífico (uno de los cuales fue mi profesor hace un par de años) que propone eliminar el aporte obligatorio y una pensión no contributiva o solidaria por parte del Estado. En los últimos días le he preguntado a varias personas sobre el tema, y recojo a continuación la opinión de tres buenos amigos (Carla, Franco y Silvia, que por cierto tampoco se pusieron de acuerdo), los cuales me han dado algunas perspectivas interesantes.

Primero, las AFP deberían seguir existiendo. Así como lo lee. El sistema privado de pensiones es aún un sistema en transición. No hay ningún afiliado que haya aportado más de 25 años. Si bien es cierto que existen pensiones de menos de 50 soles, estos son casos específicos y no constituyen la regla. Según un ejemplo de las propias empresas del sistema, una persona que ha aportado 14 años sobre un sueldo de 1600 soles puede acceder a una pensión de casi 1000 soles. Como aún el sistema no está maduro, no se puede concluir que el sistema es malo y por ende hay que eliminarlo. Pero sí se necesitan cambios inmediatos. Las tablas de mortalidad por ejemplo. Sí, esas donde la esperanza de vida supera los cien años. Es necesario aclarar que esta tarea no corresponde a las AFP, sino a la Superintendencia de Banca y Seguros. Además se debería evaluar un retiro parcial al momento de la jubilación y evaluar alternativas para que el sistema financiero considere el fondo de pensiones como colateral para acceder a préstamos hipotecarios. Pero, ¿aún si existiera debería seguir siendo obligatorio?. Ello nos lleva al siguiente punto.

Segundo, la capacidad de ahorro de los peruanos es desconocida. En mi opinión, ésta es la verdadera cuestión del asunto. ¿Si el Estado no te obliga a ahorrar entonces lo harías? Algunos dicen que no, los peruanos no ahorran por naturaleza y no piensan en su futuro. Bajo este escenario, es necesario que el Estado intervenga y que imponga el ahorro previsional. Pero otros mencionan que sí, que los peruanos son ingeniosos y emprendedores, y ahorran e invierten para su vejez, y además hay un gran sector de la economía informal que lo hace (aunque existe una confusión en las definiciones de ahorro). Otros mencionan a China como ejemplo de un país que sabe ahorrar. Bajo este escenario, el Estado no debería obligar a las personas a ahorrar en alternativas que no quieren. Lo curioso es que no hay ningún estudio sobre el tema que apoye alguna de estas posiciones. Se menciona que cuando se liberó el descuento de las AFP de la gratificación nadie lo ahorró. O que en la mayoría de países hay sistemas obligatorios de pensiones. Nada sustenta que los peruanos ahorren en ausencia de un sistema obligatorio. Pero nada sustenta lo opuesto. ¿Entonces los peruanos ahorran o no? Pues no se sabe a ciencia cierta. O como dijo una candidata en un certamen de belleza sorprendida por una pregunta difícil: «en el mismo modo, pero en sentido contrario».

Tercero, la pensión solidaria o no contributiva con impuestos (en otras palabras, no me descuentes el aporte del sueldo pero con el IGV que ya recaudas dame un poco de plata) no debería existir. La carga para el Estado podría ser alta y la sostenibilidad fiscal verse seriamente afectada. Además existe un riesgo alto de que se convierta en una media populista. Como mencionaba Julio Velarde, presidente del Banco Central, «la presión política haría que en el futuro dicha pensión suba a niveles insostenibles». Por su parte, el actual presidente de la Asociación de AFP, Luis Valdiviezo, estima que el IGV debería subir en cinco puntos para poder sostener una pensión de este tipo.

Finalmente, existe un problema con la información que los usuarios tienen. La gente de a pie no entienda nada. Es más, ni siquiera sabe cómo funciona el sistema actual. Han pasado 20 años y nada de nada. Por ejemplo, pocos saben que la compañía de seguros también juega un papel importante en el pago de la pensión. Estimado lector, haga la prueba. Pregúntele a sus colegas (o a usted mismo) cuanto sabe de las AFP. Además, el sistema es impopular porque la gente lo ve como un impuesto más, y seamos sinceros, todos odiamos los impuestos. La mayoría siente que las AFP les roban con las comisiones y la rentabilidad y que podrían hacer un mejor uso de su fondo. Pero hay también un problema con el nivel de la discusión entre economistas. Falta una mejor formulación de argumentos, no necesariamente mayor sofisticación, pero si mayor solidez. Hay que tener mucho cuidado con las ideas que se expongan, pues cualquier mala interpretación por parte del Congreso puede terminar en ley.