Asesino Perpetuo, por Fernando Vega

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Esta semana salió libre Peter Cárdenas Schulte, el número 2 del MRTA, luego de cumplir una sentencia de 25 años. Salió del penal con rumbo desconocido, habiendo pagado S/. 620 de una reparación civil de S/. 50 millones y sin haber mostrado en todo este tiempo señal alguna de arrepentimiento por todos los crímenes que cometió.

Este hecho, que no es el primero, pues ya el año pasado salió libre Zenón Vargas, un cabecilla de Sendero Luminoso, miembro de su comité central, nos debe llevar a una inmediata reflexión teniendo en cuenta la coyuntura por la que atraviesa el país, pero primero hay que recordar quien es Peter Cárdenas Schulte.

Este delincuente encabezó los comandos de aniquilamiento del MRTA en Lima Metropolitana en los 80s y 90s. Fue el creador de las terribles y mal denominadas “cárceles del pueblo” que eran literalmente huecos cavados en la tierra donde eran arrojados los empresarios secuestrados por el MRTA y donde eran sometidos a las peores torturas psicológicas y físicas mientras sus familiares hacían esfuerzos por conseguir el dinero del rescate.

A Cárdenas Schulte se le atribuye directamente el asesinato del General Enrique López Albújar en 1990, además del secuestro del empresario Manuel Delgado Parker en 1989 y haber liderado el sanguinario operativo de rescate de su compinche Lucero Cumpa en 1990 donde fueron asesinados 2 policías.

Cárdenas Schulte era el encargado de asesinar a los objetivos del MRTA y organizar todo el aparato de secuestros (que terminaban casi en su totalidad en muerte) de empresarios locales, con la única finalidad de obtener millonarios rescates que financiaran el glamoroso estilo de vida que estos personajes se prodigaban a costa del sufrimiento de sus víctimas. Con este dinero también financiaban sus acciones de terror en contra de toda la población.

Hasta los más cautos opinólogos sobre la materia siempre han considerado que el MRTA de base ideológica tenía muy poco o nada. Eran una organización criminal que tenía como único fin enriquecerse sobre la base del terror que infundían en los peruanos y para ello, enarbolaban la bandera de la “lucha de clases”.

Este terrorista fue el responsable junto al chileno Jaime Castillo Petruzzi de montar el aparato que dirigió y perpetró el secuestro, tortura y brutal asesinato del empresario minero David Ballón Vera en setiembre de 1992. A Ballón Vera lo secuestraron pesando más de 90 kilos y 5 meses después lo encontraron pesando 50 kilos menos, tirado en una acequia con los brazos atados, huellas de torturas en todo el cuerpo y con dos tiros en la cabeza. Ello, pese a que su familia había cumplido con el pago de gran parte del rescate que exigían las huestes encabezadas por Cárdenas Schulte.

En 1992 el Gobierno de Fujimori lo capturó y fue condenado a cadena perpetua. Posteriormente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos anuló esa sentencia, fue sometido a un nuevo proceso y en 2006 se le condenó a 25 años de pena privativa, así como al pago de una reparación civil a favor del Estado de S/. 50 millones, de la que como hemos dicho, solo ha pagado S/. 620.

El caso de Cárdenas Schulte es ilustrativo de cómo un sanguinario asesino terrorista puede pasarse 25 años en un penal y luego salir sin el menor viso de arrepentimiento de lo que ha hecho. ¿Alguien podría decir que este sujeto se ha resocializado y podrá reinsertarse en la sociedad peruana? Difícil teniendo en cuenta que estamos hablando de un asesino a sangre fría, un personaje que diseñó todo un sistema para secuestrar, torturar y finalmente eliminar a inocentes por un puñado de dólares.

El próximo año saldrán en libertad Maritza Garrido Lecca, Jaime Castillo Petruzzi y las liberaciones de más terroristas que no han mostrado un ápice de arrepentimiento continuarán.

Estas liberaciones, desafortunadamente, no se pueden cuestionar desde el punto de vista legal pues pese a que no hayan pagado las reparaciones civiles que se les impusieron, en este país no existe la prisión por deudas. Sin embargo, como Sociedad debemos exigir al Gobierno que la Dincote realice una efectiva labor de seguimiento de estos personajes, pues la experiencia nos indica que al primer lugar donde recalarán será al Movadef, que pugna por inscribirse como partido político y participar en las próximas elecciones, reivindicando toda la ideología terrorista.

Pese a que el gobernante de turno intente negar por todos los medios posibles la realidad que vivimos hoy, en el 2015, no dista mucho de aquella que sufrimos los peruanos a finales de los 80s e inicios de los 90s. Hoy los peruanos vivimos con terror.

Terror de salir a la calle por el miedo de ser asaltados y asesinados por un celular. Terror de encontrar una bomba en la puerta de un colegio lleno de niños. Terror de que nos lancen una granada de guerra por no pagar un cupo. Terror de que en el Vraem los terroristas, que siguen activos (y siempre lo estuvieron), continúen matando policías. Terror cuando más del 30% de los jóvenes que van a votar en las siguientes elecciones piensen que el atentado de la calle Tarata fue obra de Al Qaeda y no sepan que es Sendero Luminoso. Terror al constatar que la violencia hoy es la forma en que los peruanos nos expresamos ante cualquier cosa con la que no estamos de acuerdo. Terror de que, como dijo amenazante Abimael Guzmán cuando cayó, su captura iba a ser tan solo un “recodo en el camino”.

Y lo más terrorífico de todo es saber que quien supuestamente nos gobierna ha abdicado gozoso de la tarea para la cual fue elegido y haya dejado a todos los peruanos a merced de terroristas, extorsionadores, raqueteros y violentos anti inversión, quienes ante la ausencia absoluta del principio de autoridad encuentran el campo libre para que el Perú haya involucionado a una época que muchos pensaban que no volvería; la del terror.