Hace unos días, la banda Calle 13 decidió, tras la cancelación intempestiva de su último concierto, organizar una “tocada” gratuita en la Plaza San Martín pese a no contar con autorización. ¿El resultado? Cinco mil asistentes. Al parecer, la banda y su líder René Pérez pueden realizar un concierto sin permiso en una zona del centro histórico del país y ser automáticamente vitoreados como héroes del arte por algunos. Todo indica que para éstas personas las canciones escritas por esta banda, como “Latinoamérica” o “Vamo’ a Portarnos Mal”, son más arte que el ornato de la Plaza San Martín, que forma parte de un área declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988.
Dejemos algunas cosas en claro. Primero, acá no se trata de promover el arte. Se trata de cumplir la ley. Supongamos que mañana Paolo Guerrero decide realizar un partido gratuito con otros futbolistas en la Plaza San Martín, el Campo de Marte o incluso en el mismísimo Estadio Nacional, pero sin autorización. ¿Las autoridades deberían permitir que el partido se realice porque hay que promover el deporte? Por supuesto que no. Es un tema de prioridades. No por promover el arte o el deporte vamos a comenzar a decidir cuáles leyes cumplimos y cuáles no.
Segundo, el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. Aunque realizar un concierto gratis para sus seguidores es un gesto muy positivo, aquello no justifica que la ley sea violada. La idea fue buena, pero la ejecución fue pésima. Y hay que enfatizar acá que Residente y Visitante tuvieron la oportunidad de tocar en otros lugares más seguros. Como algunos medios han reportado, el Ministerio de Cultura les habría ofrecido sus instalaciones, lo cual garantizaba no sólo la seguridad del evento sino que además les hubiera permitido tocar con el equipo adecuado y así ofrecer un espectáculo de calidad. ¿La respuesta del dúo? Nones. Al parecer la poca capacidad del lugar no les gustaba. La palabra irresponsable acá se queda corta.
Tercero, no es que en este caso la ley exista por las puras o sea injusta como para violarla. ¿Se acuerdan de la catástrofe de Servando y Florentino en la Feria del Hogar en 1997? Bien pudo haber pasado algo semejante en esta ocasión. ¿O qué hubiera sucedido si el temblor del pasado viernes coincidía con el concierto? ¿La gente se hubiera quedado tranquila, saltando al ritmo de las canciones del grupo? Y esto sin mencionar que en el mismo evento una persona registró convulsiones y no pudo ser atendida adecuadamente. Si éstas convulsiones guardan relación o no con el evento es irrelevante, pues de todas formas no fue posible atenderla porque simplemente no había ni ambulancias.
La ley aplica para todos: artistas, pobres, ricos, ciudadanos de a pie, peruanos y extranjeros. Para todos. Sin importar si estamos de acuerdo con ella o si es apropiada para la situación. El único contexto en el que romper la ley es legítimo es cuando ésta es intrínsecamente injusta. El problema aquí es que los señores de Calle 13 no son Martin Luther King o Mohandas K. Gandhi resistiéndose a cumplir con una ley injusta. Por más que al par les guste venderse como defensores de Latinoamérica, la actitud del dúo denota poco respeto por el país, sus reglas y su público.
Tengo un consejo “de pata” para René Pérez y compañía: acá en el Perú la ley está hecha para cumplirse, seas Residente o Visitante. No es muy difícil. Sólo atrévete-te-te.
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