¿Candidatura de Toledo o razones para llamarse perseguido político?

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Algunos se preguntan si la alianza entre el nacionalismo y el toledismo se habría roto a raíz del reciente anuncio de Alejandro Toledo de postular a la presidencia el 2016 o por las críticas de éste a algunas de las políticas impuestas por Ollanta Humala en los últimos años.

Para empezar debemos dejar claro que Toledo no sorprende con su candidatura, ya que con todo el lastre que arrastra con el caso Ecoteva busca la perfecta razón para victimizarse y dejar de lado la acusación ante la fiscalía que tiene más que indicios razonables para inhabilitarlo y judicializarlo.

El ex presidente empieza su carrera electoral bastante temprano, pero no lo hace por estrategia para obtener un triunfo, lo hace con el fin de buscar a un perseguidor, a alguien que le dé la razón para que se considere un perseguido político.

Las relaciones entre el humalismo y el toledismo fueron buenas desde que se iniciara el actual gobierno. Sin embargo, el punto de quiebre ha sido sin duda el caso Ecoteva, los problemas del congresista José León y las primeras críticas a la gestión de Humala.

Toledo sabe que la acusación del Congreso tiene fundamentos y que es más que probable que la Fiscalía lo denuncie, más temprano que tarde, ante el Poder Judicial. No obstante, podemos dejar de mirar lo que incomoda al oficialismo. De hecho la bancada nacionalista hizo todo lo que pudo para demorar el caso Ecoteva, incluso se puede decir que Humala se la jugó por Toledo en nombre de la gobernabilidad, o en todo caso por los votos de Perú Posible que fueron siempre determinantes en el Parlamento.

Ahora los nacionalistas ven que Toledo juega su propio partido, no sólo los atrasa en la carrera electoral, sino que los pone como los más seguros perseguidores de la misma. De amigos pasan a enemigos y falta poco más de año y medio para que termine este gobierno.

La reacción humalista es de preocupación pues casi sufren un revés en la pasada elección de la Mesa Directiva y aún más en el ajustado voto de confianza al gabinete que preside Ana Jara. Humala sabe que quedarse solo es más que problemático debido a que la oposición se ha acrecentado y no duda en poner en jaque al gobierno con la casi segura censura al ministro Eleodoro Mayorga.

Alejandro Toledo juega a iniciar una campaña para buscar adhesiones no a su candidatura, sino a la causa de que todo lo que pasa con él no es justo y más bien se trata de una persecución política. La estrategia no es inteligente porque la gente no es tonta. Todos sabemos que las denuncias contra el ex presidente son demoledoras y que nadie se va a tragar el sapo de que todo esto es parte del juego político.

El líder de Perú posible despintó su caudal político con los negociados de Ecoteva. Recordemos que en las campañas del 2000 y 2001 al ex presidente se le veía como el candidato anticorrupción, como el que le podía devolver la confianza al país tras una década marcada por la corrupción política durante la gestión presidida por Alberto Fujimori. Ahora pues, su gran fortaleza se ha esfumado y todos saben que su candidatura no tiene como levantar.

Dicen que todo lo que rodea a Toledo se pudre y eso lo está entendiendo cada vez más Susana Villarán cuando no sólo no sube en las encuestas sino que descubre que su alianza con Perú Posible no ha sido más que un lastre en su camino reeleccionista.

Alejandro Toledo fue impopular durante su gobierno por su frivolidad, por su inexperiencia para solucionar problemas coyunturales, conflictos sociales, crisis ministeriales, entre otras cosas. No obstante, hoy es más impopular porque murió políticamente, porque decepcionó y porque ya nadie cree en él.

La alianza humalismo-toledismo está rota porque Toledo jugó mal sus cartas y porque quiera o no el oficialismo no puede seguir unido a alguien que es ahora el símbolo de la corrupción. Si pretende Humala alguna opción el 2016 necesita despercudirse de Ecoteva y su clan. De no hacerlo tendrá escasas posibilidades de formar una bancada congresal numerosa, presidida por Nadine Heredia el 2016.

No Camina Alejandro Toledo a la presidencia, sino más bien a los fueros judiciales donde tendrá que cantar no canciones populares, sino todo lo que aún no se sabe. Esperemos que el pus de todo esto no reviente tan alto.