Cannes 2017, por Álvaro Martínez

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La Selección Oficial de este año trae algunas sorpresas.  La más discutida, seguramente, es la presencia de dos películas producidas por el gigante del streaming, Netflix, que hace su debut en el prestigioso festival de la mano de dos directores que compiten, también por primera vez, por la Palme d’Or.   El hecho ha reavivado el debate en torno a lo que podemos llamar cine, la naturaleza de la exhibición y sus implicaciones.  De hecho, la controversia ha generado ya la revisión de las bases de Cannes para los años siguientes. La adquisición de derechos por la mencionada plataforma, en otros festivales, de películas que ya no tendrán un estreno en salas seguirá generando polémica en el futuro cercano; y es que esa ruta de prestigio parece parte, ya, de una estrategia sólida.

En ese ambiente enrarecido, más después de las declaraciones del presidente del Jurado este año -Pedro Almodóvar-, cabe mencionar la importancia del paso por salas de las obras en competencia.  El coreano Bong Joon-ho, con Okja, y el estadounidense Noah Baumbach con The Meyerowitz Stories (New and Selected) debutarán en la categoría principal del afamado festival. Joshua y Ben Safdie, con Good Time, también participan por primera vez en la competición oficial, al igual Kornel Mundruczó con Jupiter holdja (Jupiter’s Moon).  El director húngaro, hay que decir, ganó la categoría Un Certain Regard en el 2015 con Feher Isten (Dios Blanco).  A estos nombres se suma el de Sofia Coppola, una figura mucho más visible en el circuito internacional que con su drama situado durante la Guerra de Secesión, The Beguiled, inaugura su participación en el festival.

Caso contrario es el de Michael Haneke.  El director austriaco de 75 años acumula, con la de este año, siete nominaciones y dos Palmas de Oro consecutivas por sus dos últimos filmes: Das weiße Band, Eine deutsche Kindergeschichte (La cinta blanca, 2009) y Amour (Amor, 2012), con la que se sumó a la exclusiva lista de directores que han obtenido hasta en dos ocasiones el máximo premio en Cannes.  La adhesión más reciente a esta lista, cabe decir, fue la del inglés Ken Loach, quien el año pasado con I, Daniel Blake, ganó su segunda Palma de Oro, después de hacerlo en el 2006 con The Wind That Shakes the Barely.

Happy End no sólo extiende la notoria participación de Haneke en el festival, sino que se inscribe como una nueva instancia en su también importante colaboración con Isabelle Huppert, que ha dejado obras como la ya mencionada Amour, Le temps du loup (El tiempo del lobo, 2003) y La Pianiste (La pianista, 2001), por la que Huppert fue elegida mejor actriz en la edición número 54 de Cannes.

Tras tres años, Michel Hazanavicius regresa también a la competición.  En el 2011 tuvo su debut con The Artist (El Artista), que el año siguiente ganaría como mejor película en los Premios de la Academia y se convertiría, así, en la primera película francesa en ganar dicha categoría, además de actualizar muchos otros registros.  El filme bélico The Search (2014) significaría la segunda nominación a la Palme d’Or para Hazanavicius quien presenta este año Le Redoutable, película que aborda la polémica figura del ya mítico Jean-Luc Godard y el quiebre de su cine hacia uno militante que siguió, entre otros, a los eventos ocurridos en Francia en mayo del 68.  François Ozon, francés también, regresa al festival con L’amant double, una película de misterio que sigue a una mujer que se enamora y muda con su psicoanalista, alrededor del cual se revela una tupida nube de mentiras e intriga.

Otra figura que destaca en la Selección de este año es la de la japonesa Naomi Kawase, ganadora en 2007 del Gran Premio del Jurado con Mogari no mori (El bosque de luto), y que con Hikari (Radiance), una sensible aproximación a la visión y los recuerdos, compite por cuarta vez por la Palma de Oro.  El ruso Andrey Zvyagintsev, por su parte, presenta Nelyubov (Loveless), una exploración de las relaciones de familia a través de la desaparición del hijo de una pareja que atraviesa un divorcio y del que, hasta entonces, nadie parece preocuparse demasiado.  Un relato más bien íntimo y más cercano, quizá, a sus primeros trabajos; aunque también en Leviathan (2014) la familia constituye un eje importante en la narración -si bien sus problemas, desencuentros y la irremediable sensación de tragedia se enmarcan en una elaboración de alcances sociales, críticos, más abarcadores.

Cabe pues finalizar esta breve revisión, que no pretende ser exhaustiva, con el deseo de encontrar en los próximos meses algunos de los títulos en competencia en salas peruanas.  Recordemos que entre el año pasado y este, y gracias a actividades como el Festival de Cine de Lima o la Semana del Cine de la Universidad de Lima, y estrenos en salas alternativas como la del Centro Cultural de la PUCP e incluso en algunas salas comerciales pudimos ver la brasileña Aquarius de Kleber Mendonça Filho, Elle de Paul Verhoeven, Julieta de Pedro Almodóvar, Forušande (El Cliente, ganadora como Mejor Película extranjera en los últimos Premios Óscar) del iraní Asghar Farhadi, la rumana Sieranevada de Cristi Puiu y Toni Erdmann de la alemana Maren Ade.  Quizá y este año ese número aumente.