Las denunciantes de la activista y militante del movimiento Nuevo Perú, Vero Ferrari, ratificaron sus versiones y revelaron los detalles de los casos de agresión.
Como lo informamos el pasado 5 de noviembre, Ferrari fue acusada a través de las redes sociales de agredir a sus dos exparejas.
DENUNCIANTES
Las denunciantes, quienes no quisieron revelar sus nombres, tuvieron un diálogo con el portal Útero.pe, donde ratificaron lo que vivieron.
En el caso de la primera, narró que las unió el mundo del activismo y que existía una subordinación en la relación, donde Ferrari llevaba el mando.
“Cada vez que yo expresaba mi inconformidad con algún aspecto de su proceder, ella polarizaba la situación entre aceptarla tal cual era o terminar por completo la relación. Al inicio, las mías eran inconformidades que yo consideraba pequeñas. Decidía: ‘Ok, lo acepto’, porque me parecía que no valía la pena terminar la relación por esas pequeñas cosas”.
Incluso, detalló cómo fue la convivencia y el aprovechamiento de Vero Ferrari dado que no ganaba dinero suficiente para cubrir los gastos. Agregó que cuando terminó la relación, Ferrari le quedó debiendo como 3 mil soles.
“Tenía todo un rollo con que si trabajaba en horario de oficina sería profundamente infeliz (…) entonces trabajaba como correctora de estilo freelance. Ella dedicaba tanto tiempo del día a alimentar su figura pública en redes y en eventos políticos, que al final del día hacía poco o nada de su freelance. El resultado: llegaba fin de mes y no tenía dinero suficiente”.
APROVECHAMIENTO DEL CUERPO
Por otro lado, resaltó que Vero Ferrari fomentaba la ingesta de alcohol entre las amigas con la finalidad de que terminen besándose. A esto lo llamaba “aprovechamiento del cuerpo de varias compañeras bajo el rollo del poliamor, el lesbianismo y la ‘liberación del cuerpo’”.
“Cuando estábamos en fiestas, ella solía fomentar que las amigas y conocidas (lesbianas o heterosexuales) bebieran alcohol y luego las presionaba para que se besen (aunque fueran hetero, aunque tuvieran pareja, aunque simplemente no quisieran), y si tenía suerte ella lograba besar a una o más chicas”.
Por último, esta denunció un caso de violencia ocurrido en su cumpleaños.
“Esa noche ella se quedaría a dormir en la casa, por practicidad y porque yo todavía confiaba en ella. Yo me fui a dormir, pero la fiesta todavía continuaba (…) En la madrugada, ella entró al cuarto, se supone que para dormir. Hasta ahí todo ‘ok’, pero me empezó a tocar. Yo le dije que no quería nada, que me dejara dormir, pero ella insistía tocándome mientras yo me la sacaba de encima. Hubo un forcejeo e incluso le dije algo así como ‘ya detente, porque puedo denunciarte, ¿sabes?’. No lo dije en broma, pero ella soltó una carcajada. Se detuvo y se durmió. No le mencioné nada al día siguiente, pero hubiera esperado que al menos se disculpe”.
CASO 2
En el episodio de la segunda denunciante, esta sostuvo que aparte de violencia psicológica, hubo forcejeos y empujones.
“Cuando yo empecé a salir con Verónica, prácticamente me obligó a decirles a mis papás que era lesbiana y que debían aceptarme así. En ese momento creí que mis papás no me querían y me rechazaban por eso, así que el único lugar que tuve para ir fue con ella, empezando así una relación de convivencia”.
En esa línea, esta se sintió ofendida cuando fue menospreciada y humillada por Vero Ferrari por el simple hecho de ser fotógrafa y ella una “figura pública”.
“Verónica se disculpó pero lo justificó diciendo que el feminismo trataba del poliamor y que todo había sido un ataque de celos de mi parte. Que todo era obra del patriarcado y ya se me iba a pasar. En ese momento empecé a odiar el feminismo”, aseguró.
Finalmente, manifestó que justificaba sus celos con argumentos ‘feministas’, «que estaba mal acostarse o sentir deseos por hombres porque era por complacer a la sociedad, que no podía vestirse femenina porque eso solo me convertía en un objeto y que era para complacer la mirada y el deseo masculino”.