Hace casi siete meses expresé en una columna titulada “El silencio de Castañeda” que el burgomaestre, entonces en campaña, “no vulneraba [con su silencio] la libertad de expresión en sí, sino a la democracia en general”[sic][1].
Pues bien, luego de lo observado las últimas semanas—la ordenanza que deja en “stand-by” los corredores viales, el borrado de casi todos los murales de arte urbano del Cercado de Lima pintados en un festival de la gestión anterior, y la anulación del proyecto “Río Verde” que pretendía reubicar y mejorar la vida de las comunidades Shipibo ubicadas en Cantagallo— puedo señalar que la forma de hacer política del Alcalde de Lima es http://jobitel.com/ de corte autoritario; entendiendo este término en diversas acepciones, puesto que tenemos un alcalde que no se sienta a escuchar propuestas, le rehúye a las entrevistas y al Congreso—manda a su teniente alcaldesa Patricia Juarez— y desconoce los logros—si bien pequeños— de una gestión anterior cuyo mayor aporte se concentró en el área cultural.
Gozamos los limeños, entonces, de un alcalde que cree tener la razón sobre sus decisiones, que a su vez, son de carácter incuestionable y que, además, se propone borrar lo hecho por su predecesora ejerciendo de esta forma un revanchismo político evidente.
Esta práctica consta de una triste raigambre en nuestro país y sus principales víctimas somos todos los peruanos, quizás el ejemplo más simbólico de esta se apreció en los años 90 y quien pagó caro el egoísmo y aprovechamiento de nuestros gobernantes fue el tráfico de la capital: al finalizar el catastrófico gobierno de Alan García, Alberto Fujimori decidió no continuar con las obras de un tren eléctrico que buscaba aliviar el tránsito vehicular de la ciudad conectando los conos. De que hubo corrupción y malos manejos con dinero proveniente de Italia, es muy probable, pero el hecho de dejar a medias un tren por más de veinte años por puro revanchismo, retrata fielmente el daño que este le hace a nuestro país.
Uno puede preguntarse que el hecho de comparar lo que Castañeda está haciendo en los casi tres meses que lleva de gestión con lo que sucedió con el Tren Eléctrico es una exageración, principalmente porque Villarán no tuvo una obra de tal magnitud (recuérdese que Vía Parque Rímac es una modificación al proyecto de Línea Amarilla ideado por la gestión del actual burgomaestre en su anterior periodo); no obstante, el hecho de referirse sarcásticamente a la reforma de transporte— “¿Cuál reforma de transporte?” —, señalar que se borrarán “todos los murales” porque uno de estos fue pintado por un artista vinculado con el MOVADEF, y cancelar el https://xjobs.org/ proyecto “Río Verde” para retomar casi con exactitud lo que su proyecto de “Línea Amarilla” tenía previsto para esa zona alarma en gran medida y nos debería generar conciencia de lo que este señor pretende en la presente gestión.
El ex candidato aprista, Enrique Cornejo, manifestó hace un par de semanas lo siguiente: “Parece que la principal preocupación de Castañeda es desacreditar a su antecesora […] esa es una política contraproducente”[2], y si bien son palabras de un posible candidato en la contienda edil del 2018, el análisis que realiza es el adecuado, Lima necesita mirar hacia adelante y no se merece una cabeza encasillada en el pasado con una alcaldesa que dañó indeleblemente su imagen en plena campaña electoral que en un momento lo sitúo como favorito y cuya conclusión lo dejó “ganándoles a todos en segunda vuelta”.
Es, entonces, este daño lo que a Castañeda le genera una profunda irritabilidad, pues como señala el periodista Mario Ghibellini, para nuestro alcalde, la Alcaldía en sí misma es un premio consuelo[3]. Y este es un galardón que Castañeda de seguro observa como una oportunidad para vengarse de quien tanto daño le hizo sin contemplar (o contemplando incluso si es que no le importa) el tiempo gastado borrando murales; congelando medidas necesarias para mejorar el caótico transporte en la ciudad; y reemplazando proyectos ecológico-culturales sostenibles por un by pass de concreto cuya única decoración será una placa que dirá: Luis Castañeda Lossio, el revanchista irascible.
[1] “El silencio de Castañeda” – Mauricio Chereque L. (25/8/2014)
[2] Entrevista a Enrique Cornejo – La República (15/3/15)
[3] “Este oficio no me gusta” – Mario Ghibellini en Somos (21/3/15)
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