Este martes 31 comenzó la esperada Era Gareca con la primera presentación de nuestra querida “Blanquirroja” ante uno de nuestros rivales sudamericanos, la selección Venezolana. El Perú entero esperaba con ansias ver lo que quería plantear el nuevo DT de la selección como estilo de juego para poder afrontar la Copa América del presente año y, a mediano plazo, las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018. Durante la semana, fueron quedando claros algunos aspectos que se verían durante el partido ante los “llaneros”, el esquema de 4-2-3-1 que planeaba usar el “Tigre”, con un juego de mucho toque a ras de suelo, salida de los laterales, ampliación de la cancha con los volantes por fuera y un rol protagónico del “10” para que sea el eje de asociación, para que el toque diferente en la ofensiva nazca de sus pies.
La idea de Gareca durante los entrenamientos, y ya conocido el once inicial, era clara. La línea de 4 defensores buscaba experiencia en la zaga tanto con Zambrano como con Ramos, para lograr recuperación que se vea precedida por una salida desde el fondo con la pelota en los pies para asociarse a los volantes centrales, además de ser armas en el juego aéreo tanto defensivo como ofensivo. Asimismo, con Advíncula y Céspedes por las bandas, la propuesta era más ofensiva que defensiva, buscando explotar al máximo la velocidad de ambos, sobre todo en asociación con los extremos, además de un rápido retorno a zona defensiva en caso de perder el balón. El acompañamiento de esta línea era en el papel Ballón junto con el debutante Tapia, ambos jugadores con una marca férrea, buena técnica al momento de distribuir el balón y buen criterio para sumarse en materia ofensiva.
En lo que respecta a la volante ofensiva, Carrillo por derecha junto con Hurtado por izquierda eran las armas de Gareca para que ampliando la cancha, ganando la raya de fondo para tirar un centro que rebusque una cabeza peruana, haciendo diagonales venenosas que terminen en un pase en cortada o un remate peligroso, y armando paredes con el “10” para que lleguen al área, sean sus variantes ofensivas. A ellos se les sumaba Jean Deza, a quien se le quería ver encarando a los defensores “venecos” y rompiendo líneas para llegar a posición de gol. Finalmente, el jugador del momento en el Torneo del Inca, Írven Ávila, tenía la difícil misión de pararse de “9” y buscar hacer daño en una faceta que no es la suya dado su biotipo, aguantar a los recios centrales para apoyarse o girar para rematar al arco, rol que entendemos Paolo Guerrero cumplirá a la perfección siempre y cuando no pierda la calma.
Tras el pitazo inicial, Perú comenzó el partido con una intensidad interesante, buscando poner la pelota al ras del piso para elaborar un juego de toque que claramente le acomodaría a nuestros jugadores por sus características, con la banda izquierda de Carrillo siendo la más explotada y Tapia demostrando toda su calidad. Igualmente, se vio una presión colectiva importante para cortar la salida de los centrales venezolanos y tras una recuperación rápida aprovechar la velocidad de nuestros jugadores ofensivos para contragolpear de manera letal. Sin embargo, Venezuela creció y Perú cayó en el juego de la “vinotinto”, lo cual se vio reflejado en las pocas oportunidades de gol que tuvo nuestro combinado. La defensa se mantuvo sólida, cortaba los avances en la línea del área y los venezolanos llegaron de manera clara en oportunidades contadas. No obstante, el problema con la defensa fue la salida, ya que no hubo esa salida con la pelota en los pies que se esperaba, más bien todo fue pelotazos que controlaban muy fácilmente los centrales rivales. De esta manera, sin chances muy importantes para ninguno y con un mejor dominio de la pelota por parte de Venezuela, se fue el primer tiempo con el marcador cerrado.
En el segundo tiempo la cosa no cambió mucho, Venezuela era más protagonista que Perú, le cortaba los circuitos cuando nuestros jugadores buscaban triangular o armar una pared y mantenían el dominio de la pelota. Las falencias defensivas de siempre se vieron en el gol “Vinotinto” que llegó de un pelotazo largo que parecía inofensivo pero que nuestra defensa no supo ganar, hablo sobre todo de Ramos a quien no veo como jugador de selección, y que Martínez aprovecho para decretar la ventaja venezolana. El trámite del partido fue más de lo mismo, la defensa peruana se desordenó, brindándole así opciones ofensivas a Venezuela, y las ideas ofensivas de Perú no llegaban a ser concretadas. La única vez que el equipo se decidió por poner la pelota en el piso y tocar, como en los viejos tiempos de Cubillas o Cueto, se creó la chance más importante de gol con Hurtado asociándose en pared con “Cuevita” para que este quede a tiro de gol, aunque su remate fuera lamentablemente detenido por el portero rival.
En conclusión, esta fecha ha servido para ver a que piensa jugar Gareca con esta nueva versión de la selección peruana, la cual en mi opinión es una propuesta que podría dar frutos dadas las cualidades de nuestros futbolistas jóvenes a quienes se les sumen aquellos de jerarquía que brinden un peso diferente a un once en el que deben primar las “estrellas” del futuro. Puntos a favor del equipo, la presencia de Tapia fue importante en la zona medular, la labor por bandas de tanto Carrillo como Hurtado fue importante, la idea que con los experimentados el rendimiento colectivo puede mejorar y que cada vez hay más jugadores mostrándose como cartas para la selección. Puntos en contra, la presencia de jugadores que no están al nivel de una convocatoria internacional en este momento como lo son Ramos o Ruidíaz, la ausencia de ciertos puntos altos del torneo local y ciertas deficiencias a nivel defensivo que en este partido nos costaron un gol.