Cada vez que voy a uno de esos eventos en donde las ideas fluyen, me llena una sensación de ansiedad espantosa.
Acaba de culminar hace, pocos días la Cumbre de las Américas en donde el tema central era el que correspondía: integridad y corrupción. Por si no fuera poco, como resultado del evento, se produjo un documento muy bonito, además de una larga -larguísima- lista de 57 de recomendaciones o compromisos.
El riesgo de esto es que, como se dice en términos “futbolísticos”, que “nos llenemos de pelota” y acabemos, en nada. Derrotados por la ansiedad de tener mucho y no saber cómo empezar. Por si esto no fuera suficiente, nace la contrariedad de la emoción como un niño en una tienda de juguetes sin saber, nuevamente, por donde empezar; la pregunta es ¿y ahora qué hacemos? Dos caras de una misma moneda, como la integridad y la corrupción.
Por algo hay que comenzar, sin embargo. Una de las propuestas que más me atrajo la atención es aquella que lanzó la Presidencia de Transparencia Internacional, Delia Ferreira Rubio. Acogiendo la experiencia argentina, fomentó la idea de la Oficina Nacional Anticorrupción.
¿Más burocracia no es contradictorio? ¿más burocracia no fomenta la corrupción? Siempre me he opuesto tenazmente a la creación de órganos. Acogiendo a la frase, atribuida a Bonaparte, creo que “si no quieres solucionar un problema, entonces crea una comisión”. No obstante, alguien tiene que hacerse cargo. Pensar en el problema 24×7, de manera transversal, como forma de vida y ocupación.
¿No debería hacer esto el Presidente? Me queda claro que el Presidente, este (y por cierto ninguno de los anteriores), no tiene la piel de la experiencia. Para enfrentar a la corrupción hay que conocerla, comprenderla, haberla padecido. No hace falta tener voluntad, el Presidente debe, además de tener la voluntad aparente, impulsar y liderar.
Tanto me ha emocionado el envión que no sé cómo acabar este artículo. Solamente acabaré agregando la frase que puso el moderador del panel de expertos en la cumbre, el también argentino, Hugo Alconada, a propósito de la acción de liderazgo al encargar el asunto de la lucha contra la corrupción, dijo: “el Presidente debe nombrar a la cabeza de la oficina nacional anticorrupción y no verlo más luego de su nombramiento”. Eso, ese gesto, dirá mucho del liderazgo y de la real intención en la lucha.
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