Octubre del presente año, ha sido un mes con muchas complicaciones para Latinoamérica. Lleno de movilizaciones, revueltas y protestas nuestra región se ha visto afectada, nuevamente, por fenómenos políticos y económicos que cambiarán el rumbo de algunos de nuestros países vecinos. Para poder informar de la manera más concisa posible, me he propuesto escribir 3 artículos en los que buscaré consolidar la información que se requiere para entender los acontecimientos suscitados en 3 de nuestros países vecinos: Chile, Ecuador y Bolivia.
Crisis en Latinoamérica II: el combustible en Ecuador, por Daniel Ku Hop
Crisis en Latinoamérica III: Elecciones de Bolivia, por Daniel Ku Hop
Durante los últimos días, Chile se ha visto sumida en numerosas protestas que se han ido suscitando a lo largo de todo su territorio. Estas protestas que, al cierre de este artículo, nos han dejado con el sensible fallecimiento de al menos 15 personas responden a diversos factores pero que tuvieron un mismo detonante. El aumento del precio del pasaje del Metro.
La crisis en Chile inició cuando el día 6 de Octubre el gobierno decidió, bajo la recomendación de un «panel de expertos del Transporte Público», aumentar el precio del pasaje del Metro en 30 pesos, llegando a costar 830 pesos (S/. 3.80 aproximadamente). Un aumento significativo si se tiene en consideración que, acorde con el Instituto Nacional de Estadística de Chile, el 50% de los chilenos tiene un sueldo que no supera los S/.1900. Según un estudio de la Universidad Diego Portales, algunas familias tienen que destinar hasta el 30% de su sueldo mensual para ir al trabajo, mientras que dentro del nivel socioeconómico más alto, ese porcentaje se reduce hasta menos de un 2%. Este aumento, desencadenó un grupo de protestas que iniciaron con un grupo de estudiantes realizando «evasiones masivas» en el metro, levantando los torniquetes para ingresar a los andenes sin pagar. Sin embargo, las protestas fueron aumentando dándose cacerolazos en diversas partes del país y movilizaciones cada vez más violentas.
El gobierno de Sebastián Piñera decidió, entonces, decretar un estado de emergencia. Ello significó el despliegue de las Fuerzas Armadas quienes, a su vez, ordenaron toque de queda desde la tarde del sábado, sin embargo, esto no mitigó las protestas cada vez más encandecidas. Con un país sumido en la indignación Piñera cedió y anunció, en la noche del sábado, la suspensión de la controversial medida. A pesar de ello, las movilizaciones no cesaron pues, acorde como se lee en muchos de los letreros en las calles del país, «no son los 30 pesos del Metro, sino los 30 años de desigualdades».
Chile, considerado desde hace muchos años como la joya de Latinoamérica, hoy se encuentra en una crisis social que responde a una discordancia entre el crecimiento económico del país y la calidad de vida de sus habitantes. Es cierto que Chile en las últimas 2 décadas ha conseguido un aumento en los ingresos del sector más pobre de la población, llegando a disminuir la cantidad de personas que viven con menos de 6 dólares al día, de un 30% en el 2000 a un 6.7% al día de hoy. Sin embargo esto no significa que realmente haya habido una mejora en la calidad de vida. Por ejemplo, acorde con el estudio realizado por la Universidad Diego Portales, de un total de 56 países, el transporte público Chileno es el 9° más caro, el 70% de los hogares chilenos se encuentra endeudado y solo el 11% de los ciudadanos de estratos económicos bajos pueden costear su carrera hasta graduarse. Del mismo modo, según la más reciente edición del informe «Panorama Social de América Latina» elaborado por la CEPAL, en 2017 el 1% de los ciudadanos con mayores ingresos en Chile poseyó el 26,5% de la riqueza de todo el país, mientras que el 50% de los ciudadanos con menores ingresos accedió solo al 2,1% de la misma. Números que reflejan la alta desigualdad económica entre los diversos estratos.
El día de ayer, Sebastián Piñera, en un mensaje a la Nación se disculpó por su falta de visión frente al estallido de las protestas en el país y anunció un grupo de medidas que esperemos puedan ayudar a los ciudadanos chilenos sin comprometer a la economía del país. Entre estas medidas destacan:
- El incremento del 20% en dos de los Sistemas de Pensiones que aportarán a la economía de casi 1 millón y medio de chilenos.
- Un impuesto del 40% al sector más rico con ingresos superiores a los 8 millones de dólares.
- Priorización de un proyecto de ley que había enviado al Congreso para crear un «Seguro de Enfermedades Catastróficas».
- El aumento en USD 40 del sueldo mínimo (de USD 442 a USD 482).
- Reducción de los sueldos de los parlamentarios y limitación de la cantidad de reelecciones.
Desde esta columna siempre he tratado de ser lo más imparcial posible y deslindar los análisis que brindo con tintes políticos pues considero que es libertad de cada lector observar la información con los anteojos políticos que mejor le parezcan. A pesar de ello, me veo obligado a hacer un breve comentario al final del este artículo pues en los últimos días, las redes sociales se han llenado de videos que muestran vandalismo, abuso y violencia por parte tanto de una población encandecida como de una policía que no ha conseguido manejar la situación de manera efectiva. Los primeros acusan a los segundos de ser parte de una “derecha esclavista que no le importan los derechos ni sociales ni individuales” mientras que los segundos acusan a los primeros de caer en acciones salvajes como “la izquierda siempre está acostumbrada a hacer”. Creo que es momento de ponerle un alto a este tango entre izquierdas y derechas para recordar que, al final del día, todos somos conciudadanos y debemos trabajar por encontrar un equilibrio entre el bienestar de la sociedad civil y el desarrollo del nuestros países. Ni la derecha es tan opresora ni la izquierda tan anarquista.
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