Crónica de una vacancia anunciada, por Vincenzo Ferreccio

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“El Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus”, aquella frase articulada hace más de cien años por Manuel González Prada se inmortaliza hasta el día de hoy cumpliendo ya sus bodas de oro. La moral que rige el país es un esperpento, el Congreso y su parasitismo con la corrupción al parecer es un mal inherente que ni las revoluciones marxistas y ni las bendiciones del Papa y sus venidas a suelos peruanos las van a poder amputar. Pedro Pablo Kuczynski ya estaba sentenciado, empapelando  una crónica política de muerte anunciada; un judío que invocara a San Pedro como evidencia de su supuesta santidad moral ya era algo bastante extraño. El Congreso conjeturaba, Fuerza Popular en medio de un divorcio ideológico por parte de los autonombrados “Avengers” y los “Mototaxi”, estaban impregnando una especia de dualidad en lo que respectaba a la vacancia del ahora expresidente PPK. Kenji Fujimori, quizás añorando la época de los “Vladivideos”, sostuvo y puso en práctica la misma lógica de Montesinos y, a menester de una hermandad fétida como las de los Fujimori, Fuerza Popular difundió los ahora bautizados “Kenjivideos”. Sumándole a todo esto el caos coimero hecho por Odebrecht, la corrupción radicada en el Parlamento, y a un exmandatario prófugo de la justicia; podríamos presumir nosotros los ciudadanos que: el Perú como una democracia, se está quedando tuerta y paralitica. Dato curioso: México, la necrópolis de los periodistas y del sepulcro de los desaparecidos en Ayotzinapa, nos manda un pesar desde su gobierno Priista.

Vizcarra asume la presidencia este viernes 23 de marzo. «Defenderé la soberanía nacional, la integridad física y moral de la República y la independencia de sus instituciones democráticas», sentenció el presidente. Ya juró por dios; el poder de Fujimori sigue siendo inmenso. Ya juró por la patria, los fujimoristas siguen siendo mayoría en el Congreso. ¿A qué nos lleva todas estas premisas de espectros subliminales?, simple: la juventud tiene que entender y reaccionar ante las tiranías de un partido que tienen mayor fuerza hegemónica que cualquier otro. No debemos tener una naturaleza revolucionaria, sino moral. Y en cuanto a lo moral, somos nosotros y un sistema paradigmático el que siempre ha de llevar la batuta.

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