Hace poco la Municipalidad de Lima anunció que lanzaría «Noche de Leyenda», que no es más que visitas guiadas nocturnas al Parque de las Leyendas. No estoy de acuerdo. Pero más allá de los detalles de la actividad, la sola idea me hizo pensar en los servicios turísticos y lo difícil que es para turistas o visitantes elegir actividades relacionadas con animales porque no siempre hay información disponible.
Me arrepiento de muy pocas cosas cuando se trata de mis viajes. En su mayoría, están llenos de experiencias positivas, de gente nueva e interesante de diferentes partes del mundo y de actividades que te llenan de energía. Pero si hay algo que haría diferente, sería quizás las decisiones que tomé con respecto a algunos tours que involucraban animales. Y es difícil escribir esto y publicar una foto sin remordimiento, o sin que cada palabra suene a una barata justificación; pero espero que mi experiencia sirva para que otros turistas tomen decisiones diferentes.
Antes de visitar Tailandia, ya había leído y escuchado acerca del maltrato animal que implicaba poner a elefantes y tigres al servicio de los turistas. Por eso traté de informarme y visitar solo aquellos lugares que respetaran y cuidaran la vida de los animales. Seguro has visto, por ejemplo, muchas fotos de turistas posando con tigres u otros felinos de gran tamaño. En Tailandia encontré algunos “santuarios de tigres” donde te permiten acercarte a ellos y tomarte la tan ansiada foto. Pues por lo que leí y pude averiguar en ese momento, no hay manera de sostener esta actividad sin que ello implique mantener dopados a los animales. En algunos lugares dicen que los alimentan constantemente para mantenerlos tranquilos y puede ser. Pero sobrealimentar a cualquier ser vivo para mantenerlo calmado, tampoco parece ser una buena práctica, ¿no?
Algo similar pasa con los elefantes en todo el sudeste asiático. Hay infinidad de servicios, campamentos, full days y demás. Por la gran cantidad, es muy difícil saber cuáles son realmente responsables con los animales. Cuando estuve allí (2014), ya había reportes de los maltratos que sufrían los elefantes cuando eran domesticados para hacerlos pintar o acerca de cómo ponerles sillas de montar les hace daño porque su cuerpo no está preparado para ellas. Luego de estas averiguaciones y de preguntar a la gente del lugar (Chiang Mai) cuál era el lugar más apropiado, finalmente me decidí por un campamento que ofrecía bañarlos, darles de comer y pasear sobre ellos, aunque sin sillas de montar. La experiencia fue muy buena. El guía nos explicó que los elefantes estaban libres y que volvían solos al campamento cada mañana. Nos contó acerca del vínculo que las personas que trabajan en el campamento crean con los animales y de cómo regulan los horarios para recibir un número limitado de turistas. Debo confesar que me convenció y hasta vi a los elefantes felices. Quizás porque fui ingenua o porque eso fue lo que quise ver.
Dos años después, sigo leyendo artículos al respecto y, aunque en el campamento de elefantes al que yo fui no pude identificar evidencias de maltrato; hay quienes señalan que, al igual que en el caso de los tigres, es casi imposible mantener un servicio turístico como este sin que implique maltrato animal. Me apena y me llena de vergüenza; pero a la vez me impulsa a promover un turismo responsable. Hace años dejé de pagar entradas a zoológicos y acuarios, porque aunque hay animales que nacen en cautiverio, son muy bien cuidados y difícilmente podrían volver a la vida silvestre; me cuesta pensar que estar encerrados sea natural y sea una forma feliz de vivir. Por supuesto, no digo que todos sean malos, pero no está de más informarse al respecto antes de pagar una entrada.
Pasa lo mismo con los delfines y orcas en cautiverio (sobre el tema, el documental “Blackfish” es realmente desgarrador), incluyendo los tours que ofrecen los resorts para nadar con delfines y tomarse la foto. ¿Alternativas? Aprender a bucear para dejar de ir a acuarios, hacer safaris para dejar de ir a zoológicos y visitar centros de rescate animal. E incluso en estos casos, que son de por sí alternativas más caras, es posible alterar o dañar el ecosistema de los animales. No hay más que tratar de informarse antes de tomar un tour, cualquier tour. Lamentablemente las buenas intenciones no bastan para cuidar de los animales en el mundo. Cuando uno viaja, no hay que privarse de nada; pero siempre respetando y cuidando los lugares y seres vivos que ahí habitan. Infórmate antes de tomar un tour y disfruta al máximo de experiencias que sean responsables y ambientalmente sostenibles. ¡Felices viajes!