Diplomacia Educativa

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Mientras el congreso divaga sobre los aspectos técnicos que deben ser incluidos en la nueva Ley Universitaria, los ciudadanos tenemos la magnífica oportunidad para revisar algunos conceptos. En este caso, reflexionaremos sobre la Diplomacia Educativa como estrategia de inserción en este mundo globalizado. Asunto que no ha sido ni siquiera debatido como parte del proyecto de la nueva Ley Universitaria, muy a pesar de su importancia.

Tenemos que tener en cuenta que, como lo señala un artículo reciente en University World News, “Internationalisation is higher than ever on the agendas of universities and national governments in Latin America”[1]. En otras palabras, los países de la región han asumido que la educación es un instrumento fundamental de las relaciones internacionales y no sólo una excusa protocolar para justificar alguna visita y/o encuentro. Existe entonces, un ámbito en las relaciones internacionales, donde la educación juega un rol central. Recordemos que como parte de la construcción del espacio europeo, el proceso de Bologna tuvo un rol crucial en la eliminación de fronteras y en la gestación de una identidad europea que hoy sustenta los avances de la Unión Europea. Fue la movilidad académica y universitaria la que creó el suelo fértil se cosechó una integración económica y social más fuerte.

Los europeos entonces, y hoy los latinoamericanos, entendieron que la educación es un habilitador y catalizador de las relaciones económicas, culturales y sociales. No existe mejor forma de fortalecer alianzas que determinar el reconocimiento binacional o multinacional de grados y títulos de profesionales para facilitar las sociedad económicas y permitir el intercambio de inversiones y también de competencias.

Tomemos el ejemplo de Australia, para explicar mejor lo que significa una verdadera diplomacia educativa. El resultado ha sido claro:

According to the OECD Australian universities report that highest percentage of international enrolments on their campuses, compared with other OECD countries with an average of 20 per cent of the student cohort being identified as international students. The OECD average is 7.2 per cent. Australia’s closest competitors are United Kingdom (16 per cent), New Zealand (13.5 per cent), Canada (7 per cent) and the United States (3.5 per cent).

Adicionalmente podemos verificar cómo en el sector educativo se ha generado en el lapso de 10 años, un exceso de A$18 billones que ingresaron a la economía australiana y produjo aproximadamente 180,000 puestos de trabajo[2]. Como vemos, no fue una política altruista, sino que buscó posicionar al sector en el esquema global, para luego cosechar los créditos económicos. De esta manera, la investigación de Byrne y Hall concluye:

“Through a public diplomacy approach the soft power value of Australia’s international education engagement might be maximised creating the necessary mix of ‘intensity, texture and tapestry of relationship’ (Evans 2011) that will enhance Australia’s regional and global future positioning.”

No es, entonces, un esfuerzo aislado o marginal. Se trata de la construcción de un sistema educativo nacional que tenga conexión con los avances internacionales.

En ese sentido, la región ya está marcando la agenda. Chile, por ejemplo, ha iniciado esfuerzos similares de diplomacia educativa con LearnChile, coordinando a través de ProChile (equivalente a PromPerú) la promoción de la oferta educativa en el exterior o el esfuerzo gigantesco de Brasil con Ciencia sem fronteiras, que ha ofertado 75,000 becas a sus ciudadanos para estudiar en universidades del mundo.

En ese contexto, el Perú no se ha quedado atrás, tenemos Beca18 Internacional y Beca Presidente de la República, pero aún no hemos construido un sistema educativo que incorpore la internacionalización como parte del desarrollo del sistema educativo. Para ello, es necesario no sólo entregar becas, sino preparar todo el sistema, que incluye la habilitación para el ejercicio profesional de personas que ostentan grados y títulos de las mejores universidades, facilitar la venida de estudiantes extranjeros al país y comenzar a vender lo mejor que la educación peruana puede ofrecer en el extranjero, además de estandarizar al sistema educativo peruano en cuanto a las diferentes modalidades de calificación, los distintos criterios de admisión, las variaciones en la valoración de notas, el valor del creditaje y las duraciones de los términos lectivos.

Esta es la gran oportunidad de la educación peruana. Debemos saber que la internacionalización puede ayudar a complementar las falencias del sistema, generar mejores estándares de calidad y nutrir a la universidad nacional de la experiencia internacional. . Beneficios que no sólo deben ser una política de la universidad, sino, como fue señalado en el caso de Australia, debe ser una política integral y coordinada, donde todos los stakeholders (ANR, MRREE, MINEDU, Universidades, Empresas) son conscientes de los objetivos.

Finalmente, el proceso de internacionalización coordinado desde el Estado, supone la creación de una cadena de valor que conlleve más que la oferta de becas y la firma de acuerdos internacionales de cooperación y movilidad. Se trata de la transformación de las instituciones educativas, a través del acceso a las fuentes generadoras de conocimiento en todo el mundo.


[1] DE WIT, Hans, Latin America must build on intra-regional cooperation, University World News (20/06/2014) En: http://www.universityworldnews.com/article.php?story=20140619121906637#.U6mEGH2qC6A.facebook

[2] BYRNE, Caitlin/ HALL, Rebecca, Australia’s International Education as Public Diplomacy: Soft Power Potential, Netherland Institute of International Relations ‘Clingendael’, 2011. En: http://www.clingendael.nl/sites/default/files/20110700_cdsp_discussion_paper_cbryne_rhall.pdf