Donde reina el desorden, por Diego Reinoso
«La situación actual del país amerita una verdadera revolución, pero una que vaya de la mano con la democracia y la defensa de las libertades individuales, no podemos esperar a que este caos político siga consumiendo la vida de los ciudadanos.»
El Congreso de la República debatirá una nueva moción de vacancia, la primera del gobierno de Boluarte, esta garantía de control político se ha convertido en una pieza de asedio para poner en jaque a más de un presidente en el último decenio, tan solo recordemos el pasado 7 de diciembre, donde una moción de vacancia enfrentó los intereses de Castillo y el dio el golpe de Estado.
Existe un sentimiento de desazón por parte de la población a este mecanismo constitucional, pues en el último decenio se ha propuesto 8 veces y ha dejado en evidencia su desnaturalización, además de la incapacidad de los congresistas y el grado confrontación política del ejecutivo y el legislativo; dejando de lado los puntos más importantes del debate político y las reformas apremiantes del sistema, exponiendo a la sociedad peruana al total desgobierno.
Carreteras tomadas, minas saqueadas y empresas cerradas, es la crónica habitual de esta constante situación de conflicto que ha llevado al país a estar sumido en un permanente estado de desorden, en el Perú impera la anarquía, el principio de autoridad es inexistente e inclusive exportamos este comportamiento ignominioso con ciudadanos (futbolistas) que agreden a las autoridades del orden en países ajenos.
Este caos constante es producto del total abandono de la autoridad política, no es la máxima expresión de la libertad, por el contrario, evidencia una fallida organización estatal, una sociedad corrompida e incapaz de conseguir consensos; en el Perú, donde reina el desorden todos hacen lo que les da la gana desde los políticos y sus funcionarios, hasta empresarios y ciudadanos, todos con total impunidad. Parece que la carencia de liderazgos es la causa de los pedidos ciudadanos de tener gobiernos autoritarios, todo ello es más de lo mismo, la solución a esta crisis no se logrará de mano de dictadores o caudillos, eso sería una total ilusión y la destrucción de lo poco que queda.
La situación actual del país amerita una verdadera revolución, pero una que vaya de la mano con la democracia y la defensa de las libertades individuales, no podemos esperar a que este caos político siga consumiendo la vida de los ciudadanos, causando enfrentamientos y resentimientos entre ellos, tampoco mediante pensamientos trasnochados; es menester que los políticos entiendan que su rol en la sociedad es gobernar para sus electores y no para sus conveniencias partidarias, se necesita un país que no solo brinde oportunidades, sino también garantías de vivir en paz y orden.
Los peruanos necesitamos una reforma nacional eficiente donde se premie el mérito y la excelencia de los ciudadanos, un Estado centrado en brindar garantías de seguridad económica, política, judicial y social para sus ciudadanos, donde se viva en paz, no con inservibles utopías de “estado de bienestar”, sino viabilizando propuestas de una realidad esperanzadora para el desarrollo individual en plena libertad.
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