Editorial: Basta de bailes, presidente

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El día de ayer se votó, después de varios días de tensión, la moción de vacancia al presidente Kuczynski. Con 79 votos a favor, el pleno no logró los 87 votos necesarios para conseguir el cese del mandatario. No obstante, a pesar de ello, estos resultados, difícilmente pueden desembocar en una verdadera celebración oficialista. En esa línea, sin embargo, tampoco entrañan buenas noticias para ciertas bancadas de oposición, especialmente para la liderada por Keiko Fujimori.

El mandatario, ante la posibilidad inminente de ser vacado, incluyó en su discurso un llamado a luchar contra lo que el calificó como una atentado contra la constitución. Sin embargo, no se puede negar la licitud del proceso de vacancia, aunque sí se puede esgrimir un argumento sobre la pertenencia y la transparencia de las motivaciones del mismo. Dicho esto, sería harto contraproducente que Kuczynski y sus adláteres se queden solo en la evidente virulencia de los grupos que motivaron esta circunstancia y no utilicen la misericordia parlamentaria para renovarse y, sobre todo, hacer un claro mea culpa.

Y es que Kuczynski estuvo donde estuvo, al borde de la muerte política, gracias a su lamentable (y tardíamente admitida) torpeza política y, hay que reconocerlo, una falta de transparencia. Con respecto a lo primero, el mandatario optó desde el comienzo de su gobierno por una alternativa técnica sobre una visión política, ello terminó debilitando al gobierno que no supo responder asertivamente a los embates de la oposición, llegando a perder cinco ministros.

Con respecto a la transparencia, queda clarísimo que el presidente mintió. Dichas mentiras, empero, aún no han sido comprobadas como herramientas para ocultar actos ilícitos, pero sí, definitivamente relaciones indirectas con la empresa Odebrecht.

Tocaría, ante esta tesitura, que el gobierno revise cómo abordar la política, empezando, justamente, por hacerla. Al mismo tiempo, tendrá que procurar construir un nuevo gabinete que balancee la lealtad a lo que representa y, al mismo tiempo, que cuente con operadores capaces de concretar lo estipulado en su plan de gobierno.

Pero el proceso de vacancia no solo debe significar cambios y reflexión desde el gobierno. La bancada de Fuerza Popular, por ejemplo, ha sido expuesta como una organización no tan cuajada como sugería, con diez parlamentarios votando en contra de lo que parecía concertado por la agrupación. El hecho de que no se haya alcanzado la vacancia, por su lado, también significa una derrota para el partido naranja, que se hizo del liderazgo del pedido luego de que fuera presentado por el Frente Amplio.

Por otro lado, otros políticos demostraron que su interés en el debate distaba de ser el que ayer los reunía. La izquierda aprovechó la oportunidad para hacer insólitos cuestionamientos al modelo económico y congresistas como Julio Rosas y Nelly Cuadros hicieron lo propio con lo que ellos llaman “ideología de género”.

Así las cosas, queda claro que el debate del día de ayer y, de hecho, toda la discusión en torno a este asunto, ha revelado mucho sobre nuestra clase política. Desde la oposición parece haber más ansias por vengar la porción de poder que no supieron alcanzar que cualquier otra motivación. Y desde el gobierno existen muchas debilidades que tendrán que subsanar. Esto último, especialmente, con inteligencia y seriedad política. Basta de bailes, presidente.