Editorial: Carpe noctem

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Desde hace más de un año, el estallido de las revelaciones en torno al caso Odebrecht ha hecho que el ambiente político esté cubierto por una oscuridad inquietante. Y es que, cuando se habla del alcance de la influencia perversa de la empresa brasilera, pocos funcionarios parecen estar libres, aunque sea, de haberle dado un complaciente apretón de manos.

Así, alrededor del interrogatorio que se le hizo a Marcelo Odebrecht en Curitiba, ya se han empezado a filtrar nombres que habría pronunciado el otrora CEO de la compañía, entre los que se encuentran el del presidente Pedro Pablo Kuczynski, Keiko Fujimori, Alan García, Ollanta Humala y Alejandro Toledo. Como se ve, por el alcance de las imputaciones, la circunstancia sugiere que se aproxima la noche para muchos políticos peruanos.

Ciertamente conviene ser cautos cuando se habla de información que ha sido filtrada a la prensa de una diligencia reservada, especialmente porque lo único que terminará por definir fehacientemente lo que ahí se dijo será, justamente, la grabación de la sesión con el señor Odebrecht que hoy se encuentra en las manos de la Fiscalía. Sin embargo, dicho esto, difícilmente se puede ignorar lo que se narra en los medios, ya que, aunque carente de verdadero valor legal, tienen sentido con versiones anteriormente confirmadas sobre el proceder de la empresa brasilera. Por otro lado, la talla de los medios que han difundido esta información (El Comercio, IDL-Reporteros, Convoca y Hildebrandt en sus trece), aunque no certifica la completa veracidad de lo publicado, nos obliga a dotar la situación de cierta importancia.

Existen coincidencias en las distintas versiones difundidas en los medios, especialmente en aquellas que involucran a Keiko Fujimori y al presidente de la República. En todos los casos los implicados se han apresurado en desdecir lo que se les imputa, aunque queda claro que lo contrario sería una confesión y, por otro lado, el silencio generaría más preguntas que respuestas. Fujimori, por ejemplo, acompañó una recia negación a la sugerencia de que recibió dinero de Odebrecht con el anuncio de una querella al diario El Comercio por una supuesta difamación. En el caso del jefe de Estado, este negó haber recibido dinero y haber tenido un vínculo profesional con la empresa.

Ante la ausencia de evidencia pública de lo que se describe en algunos medios de comunicación, no queda duda de que la mejor estrategia de defensa de los implicados es, independientemente de su inocencia o culpabilidad, negar lo que hoy se dice de ellos. Esta situación, empero, no hace más que generar incertidumbre en la población sobre la confiabilidad de sus líderes.

Por lo que se ha visto alrededor del caso Odebrecht en otros países del mundo, y en el nuestro con la situación de Alejandro Toledo y Ollanta Humala, el futuro no se proyecta a ser muy prometedor para nuestra clase política. Si algo anuncia con certeza todo lo que se ha dicho sobre el interrogatorio al encarcelado CEO, aunque aún falten detalles por conocerse, es que le está llegando la noche a un grupo de líderes que, de alguna u otra manera, parecen haber actuado de forma perniciosa para el país.

Así las cosas, ante esta tesitura, dejando de lado la inevitable preocupación que embarga a todos los peruanos, conviene basarnos en una frase harto repetida: “carpe diem” o aprovecha el día.  No obstante, en este contexto, más que referirnos al día toca considerar la penumbra política que se nos avecina. Carpe noctem, queridos lectores, habrá que aprovechar esta situación para ver, por el brillo de sus faltas, a los políticos que nos han fallado y, así, tomar nota para la próxima vez que nos toque sentenciarlos en las urnas, la única forma de librarnos de nuevos casos de corrupción.