Editorial: Fobia empresarial

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El Presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski, reveló el fin de semana pasado que el Presidente del Consejo de Ministros con el que iniciará su gobierno será Fernando Zavala. El elegido, como se sabe, tiene experiencia en el sector privado y, como se recuerda, participó junto con PPK en el régimen de Toledo.

Sin embargo, la circunstancia de que Zavala haya pertenecido al sector privado y haya tenido roles importantes en este, ha generado escozor en ciertas tiendas políticas. En algunas la incomodidad responde a una coherencia natural con las típicas tautologías izquierdistas –Marco Arana, por ejemplo, ha sido enfático en sus críticas a la pulpa empresarial del futuro premier– y en otras, esta parece estar impostada, con la idea de consolidar una imagen de oposición al régimen entrante, como parece ser el caso fujimorista.

Así, Cecilia Chacón ha declarado: “hace pensar (el nombramiento de Zavala) que van a estar más preocupados por los intereses de las grandes empresas que los intereses de la población en su mayoría” y Héctor Becerril ha dicho: “Nos preocupa de que tanto Kuczynski, Thorne y ahora Zavala, todos vienen de la gran empresa” (sic). Sin embargo, es mezquino imaginar que un “empresario” está imposibilitado de tener una visión integral del desarrollo del país solo por el hecho de ser lo que es. Y resulta engañoso, al mismo tiempo, establecer una dicotomía entre el éxito de las empresas y el éxito de la llamada “mayoría”, especialmente si se considera que la mayoría de peruanos está empleada en alguna entidad ajena al Estado.

Tendría más sentido acusar la posibilidad de que el futuro premier carezca de cintura política, pero Zavala no será el primer ni el último Primer Ministro que no sea un político de carrera. Basta con ver al mismísimo Kuczynski, si se busca un ejemplo. De hecho, que algunos miembros del gabinete tengan experiencia en el sector privado podría ser una ventaja, al ser este un espacio más competitivo que el público, la disciplina requerida para sobresalir y, además, hacer un buen trabajo, es mayor.

No obstante, resulta curiosa la repentina reticencia a la iniciativa privada manifestada por los simpatizantes de Fuerza Popular, especialmente si se toman en cuenta los antecedentes políticos de dicha agrupación. De hecho, la política económica de Alberto Fujimori favoreció a muchísimos en el sector privado, situación que ayudó a desasosegar la economía nacional. Y qué decir de los dueños de medios de comunicación que, por debajo de la mesa, el régimen de los noventa benefició. Pero esa es otra historia.

El gesto resulta aún más artificial, o aún más contradictorio, si se toma en cuenta, por ejemplo, que el candidato a la vicepresidencia de Keiko Fujimori fue José Chlimper, un hombre que, bajo los criterios de la señora Chacón, ha pertenecido a la “gran empresa” (cabe recordar que perteneció al directorio de Graña y Montero) ¿De haber alcanzado un cargo público (como de hecho lo hizo en el gobierno de Alberto Fujimori, siendo ministro de agricultura), los fujimoristas habrían esgrimido los mismos reparos? Queda claro que no.

Es lamentable que, por rencor, algunos políticos opten por descalificar al oponente, especialmente cuando al hacerlo contradicen actitudes pasadas. Los antecedentes empresariales de Zavala no lo deberían desacreditar desde el vamos. La crítica hacia un funcionario, de cualquier poder del Estado, debe hacerse a partir de su comportamiento en el puesto no a partir de correlaciones espurias con su pasado.