El escritor José María Arguedas decía que el Perú es el “país de todas las sangres”. Una nación bendecida donde la fusión entre lo asiático y lo andino, lo africano y lo europeo, ha creado una de las gastronomías más ricas del orbe. Un repertorio musical riquísimo entre la criolla, la afroperuana, la andina, la amazónica y tantas otras. Somos una tierra bendecida por la mixtura, esa misma que celebramos todos los años con una enorme feria. Un país que no tiene un solo origen, sino que se fue forjando con el pasar del tiempo y de su historia.
De hecho, el historiador José Agustín de la Puente solía decir en sus clases en la Universidad Católica que si alguien se hubiera parado en el Perú de 1532 y luego viajado en el tiempo a 1821 no hubiera tenido idea de dónde es que se encontraba. Lo mismo, incluso, se podría decir si viajase a nuestro tiempo presente. Y es que, por ejemplo, los peruanos de 1821, luego de un proceso de fusión cultural de siglos, ya no se sentían españoles, tampoco andinos: se sentían peruanos.
Y es que el ser peruano no tiene un color de piel, una ideología política, tampoco una cultura preestablecida: tiene, sí, una bandera, un himno y un sentimiento de amor a este suelo en el que todos hemos nacido. Tan peruano como nosotros fue Chabuca Granda, es Eva Ayllón, Dina Paucar, Alberto Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski.
Este pequeño, pero importante detalle, parece habérsele olvidado a algunos padres de la patria como el congresista de Fuerza Popular Bienvenido Ramírez. Quien, durante la interpelación al ministro del Interior Carlos Basombrío el pasado jueves, le increpó su color de piel para justificar sus posibles errores políticos. “Los peruanos no somos gringos como usted, ministro”, dijo el legislador en medio de sus críticas a las cifras de seguridad ciudadana que presentó este.
Más allá del debate de si la seguridad ciudadana ha venido mejorando estos últimos meses, lo que nosotros en este diario consideramos que sí ha ocurrido y que, por primera vez en mucho tiempo, se está buscando verdaderamente resolver los problemas estructurales que aquejan a la policía nacional y a la lucha contra el crimen, las declaraciones de Ramírez no dejan de ser reprochables, racistas y, valgan verdades, muy anti peruanas. No se puede anteponer, al viejo estilo de la lucha de clases, la lucha o el antagonismo racial.
Es irónico, por otra parte, que el congresista Ramírez le haya reprochado a Basombrío su supuesto “origen” gringo, pero al parlamentario no le parezca un inconveniente tener a Keiko Fujimori y Alberto Fujimori, personas de “origen” japonés, como máximos lideres políticos de su agrupación. Esto sin contar, por cierto, que la primera está casada con un norteamericano de pura cepa.
Gringo soy, chino soy, negro soy, cholo soy. Y no me compadezcas, debería decir la música que todos los peruanos podamos cantar a viva voz algún día. Ya basta de racismo en nuestro país. Basta de división entre ricos y pobres, cholos y blancos, creyentes y ateos, heterosexuales y homosexuales. El Perú se hizo de la mixtura de todos, y solo todos, vamos a poder sacarlo adelante. Hoy más que nunca, cuando el diálogo y la unión se hacen cuestiones de fundamental trascendencia para el futuro del Perú, debemos condenar estas actitudes que solo nos llevan a la división y al enfrentamiento, de los cuales, dicho sea de paso, el Perú ya ha sufrido bastante.