Editorial: Los chinchones de Chinchero

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En enero de este año, se tenía programado el inicio de la construcción del Aeropuerto de Chinchero, cuya concesión había sido otorgada al consorcio Kuntur Wasi dos años atrás, por el gobierno nacionalista. Sin embargo, la construcción se topó con un retraso cuando la administración Kuzczynski reparó en una imprecisión en el contrato original que significaba un alto costo para el Estado, en lo que respecta a la cofinanciación del proyecto. Así, se firmó una adenda que se proponía a remediar la situación, no obstante, como han acusado desde la oposición, parece favorecer al consorcio en detrimento del Estado.

No cabe duda de que la aparente torpeza a la hora de confeccionar la adenda al contrato estuvo motivada por el apuro de comenzar la obra y, así, no seguir extendiendo la espera de los cusqueños. Sin embargo, más que tratarse de una torpeza práctica -porque bien el gobierno pudo haber explicado con mayor detalle el porqué de su decisión desde un principio-, se trata de una torpeza política. La presencia, por ejemplo, de personas afines al gobierno al interior del consorcio Kuntur Wasi se prestaron para que la oposición acusara la intención de beneficiar a dicho consorcio y, a su vez, el intempestivo freno a la obra propiciada por el ministro Vizcarra, ante las inquietudes de la comisión Lava Jato, casi daban a entender que el propio gobierno no estaba del todo seguro de lo que hacía. Incluso, el ministro, haciendo caso a los críticos, propuso la reducción de la concesión al operador de 40 a 30 años.

En ese contexto, el ir y venir del gobierno, sin que necesariamente significara mala fe, permitió que se viertan suspicacias sobre el proyecto y, al mismo tiempo, que todos aquellos que buscaban atención mediática se valgan de él para ese propósito. Así, aparecería pronto el congresista Víctor Andrés García Belaunde, quien tildó de “vendepatria” a Vizcarra y, más adelante, llegaría el pedido de investigación del procurador Amado Enco al mismo ministro por el presunto delito de colusión, basando sus sospechas en una fotografía y en la adenda en sí.

Toda esta situación, que combina el mal manejo político del gobierno y el aprovechamiento de algunos que están fuera de él, solo perjudica al país, a fin de cuentas. Esto porque cada golpe al proyecto genera chinchones que mellan la legitimidad una obra que será beneficiosa para la economía nacional y, por supuesto, para la cusqueña. Se estima, por ejemplo, que generará más de 2,500 puestos de trabajo directos y que, en el primer año de funcionamiento resultará en 100 millones de dólares para Cusco, y esto sin contar cómo el influjo turístico del aeropuerto dinamizará los negocios locales.

Será responsabilidad del gobierno aplicar la pomada que achique los chinchones que hoy tiene Chinchero. La interpelación al ministro Martín Vizcarra no deberían percibirla desde el gabinete como un problema, sino más bien, como la oportunidad de demostrar su compromiso con la lucha por el crecimiento económico del país y, cómo no, con la transparencia que debe acompañar toda acción del Estado. Y el Presidente Pedro Pablo Kuczynski debería entender que insinuar la posibilidad de una cuestión de confianza y luego rectificarse de la propuesta, no solo denota una débil capacidad de decisión, sino que se suma a la larga lista de contradicciones que ha tenido, incluso, desde antes de ser electo en las últimas elecciones.