[EDITORIAL] Mensaje sin Mensaje

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Muchos peruanos, motivados por la algarabía festiva y el optimismo patriótico de la época, esperaron que el Presidente Ollanta Humala desempeñara un buen papel en su último discurso. Todos lo esperaron y finalmente quedaron decepcionados porque el discurso no solo brilló por ser aburrido, evadir temas claves y por parecer más una lista de “logros” que un reconocimiento sincero de lo que hace falta que se haga y de lo que se hará en este último año. El discurso dejó claro que el Presidente no sabe hablarle a su pueblo, leyendo un documento tedioso y abarrotado de cifras desordenadas que no estaba diseñado para ser entendido por el peruano de a pie.

Si bien este último hecho puede servir como punto clave de crítica, especialmente tratándose de un Presidente que llegó al poder con la promesa de ser más cercano a la mayoría de peruanos, lo más grave del discurso fue que planteó pocas garantías para el año que viene, ahogándose en los alcances de programas sociales como Beca 18 y Pensión 65 y dejando sin responder múltiples interrogantes con respecto a la economía y la seguridad ciudadana.

En discursos anteriores el Presidente habló mucho sobre lo importante que era para su gobierno la inversión pública y los programas sociales, lo que se reflejó en mayores subsidios y un aumento importante del presupuesto destinado a la educación. Sin embargo, la preocupación principal en una economía cuyo ritmo de crecimiento ha caído considerablemente debería estar en cómo incentivar la hoy alicaída inversión privada, el sostén de toda economía de mercado. De la mano con eso se esperaba escuchar algo sobre los proyectos mineros como Tía María, paralizados en parte por la incapacidad del gobierno de sacarlos adelante. Sobre estos temas no se escuchó nada.

Un tema que el Presidente no tocó, y que alivió a muchos, fue el del aumento de la remuneración mínima vital. Una medida que poco serviría para la intención del MEF de reducir la informalidad laboral y que mucho daño le haría a los pequeños empresarios del país.

En seguridad ciudadana también se sintieron vacíos. Más allá de los vítores dados por la portátil nacionalista cuando el Presidente dijo que se dará cadena perpetua a los involucrados en el sicariato. Más allá del importante anuncio que la Policía no podrá usar el uniforme reglamentario en sus días de franco, con respecto a este tema no se dijo nada. Incluso el Presidente dejó de lado una importante victoria de la justicia con respecto a la lucha contra el terror: El rescate de 63 personas esclavizadas por Sendero Luminoso en el VRAEM. Quizá el discurso ya se lo tenían escrito cuando esto sucedió pero hubiera sido algo digno de ser celebrado en el aniversario patrio y siempre es mejor hablar sobre hechos concretos en vez lanzar frases vacías y arrogantemente optimistas como: “no hay poder paralelo (en el Vraem)”. Este optimismo deja más preocupaciones sobre el tema ya que pareciera que se está instaurando un triunfalismo poco merecido en una zona que muchos consideran tierra de nadie (vale recordar que es la principal área de producción de cocaína en el Perú). No obstante esta subestimación de la influencia terrorista va acorde con la que este gobierno ha mostrado, en líneas generales, hacia la seguridad ciudadana desde sus principios. Después de todo el Presidente no cumplió con la promesa de participar activamente en la lucha contra la delincuencia y ciertos ministros rotulaban como una simple “percepción” la sangre derramada día a día por los peruanos

Con respecto al tema político lo que más resaltó fue la presencia de ayayeros nacionalistas en el hemiciclo con sus gritos celebratorios que se sentían disonantes frente a un discurso que no decía nada. Muchos esperaban algún tipo de comentario sobre la nueva Mesa Directiva del Congreso pero al parecer los asesores del Presidente le dijeron que no hable de la oposición y este se lo tomó muy en serio. También hubiera sido propicio una mención sobre las cercanas elecciones generales, al Presidente le corresponde dar las garantías para un proceso limpio y sobre todo democrático.

En Lucidez consideramos que el discurso del Presidente fue un reflejo de lo que ha sido su gobierno: falto de sustancia, desordenado y sobre todo lleno de voces/intromisiones de nacionalistas que poco ayudaron a la concentración de Ollanta Humala. Pocas diferencias se pueden esperar este último año con respecto a los anteriores y queda claro que Humala se despedirá pasando a la historia no por los escasos éxitos de su gobierno sino por las grandes carencias de este.

Este 28 de julio Humala dio un mensaje sin mensaje.