Editorial: Nada Personal

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En Estados Unidos se está librando una de las elecciones más interesantes en décadas. Por un lado, existe un Partido Demócrata que busca separarse de 7 años de Gobierno sin logros significativos. Y de otro lado, un Partido Republicano que no encuentra la forma de calar en la población. Ambos tienen problemas, no solamente el último. Pero no son solo cuestiones de voto hombre/mujer, sino de políticas. Repasemos lo que representan ambas opciones para el Perú, tomando en cuenta 3 de los candidatos con más opciones de llegar a la Casa Blanca, Donald Trump y Marco Rubio, por los Republicanos y Hillary Clinton por los Demócratas. Vamos a compararlos en tres aspectos claves para nuestro país: comercio, seguridad y migración.

No hay recuento a la mano de unas elecciones primarias tan sui generis. El GOP (Great Old Party, o Partido Republicano) está secuestrado. Donald Trump, millonario liberal neoyorquino lidera la intención de voto con un promedio que varía de 30 a 32%. Se basa en un populismo sin propuestas, pero su liderazgo radica en la falta de necesidad de depender del RNC (Republican National Committee, o CEN para el caso de los partidos peruanos), ya que hasta hace poco se autofinanciaba. El otro atributo es su lenguaje coloquial, como uno, directo y sin anestesia. Al estadounidense promedio le gusta ello. Cuenta con tres puntos fuertes en sus mensajes (que no son propuestas), un fuerte desdén a la migración (legal o ilegal), una simplicidad elocuente al tratar la política exterior, y de otro lado una necesidad de mostrarse como el creador de empleos.

El Perú se encuentra en la actualidad, hablado en longue duree, ad portas de pedir al Gobierno Estadounidense un waiver para las visas de turistas, al bordear en la actualidad una tasa de aprobación del 90%. Con lo que propone Trump, no se vislumbra un compromiso concreto. De otro lado, la falta de mención de América Latina, y Sudamérica en específico, en sus mensajes, podemos colegir que no le interesa indagar más en las oportunidad del actual TLC con el Perú, vigente desde el 2009, sino más bien, procurar “no robar” empleos a los estadounidense. Evidentemente, este es un argumento pro-obrero (blue collar worker) del cual se ha apropiado, pero que paradójicamente apunta a un núcleo duro de votantes demócratas del Mid-West estadounidense. La opción de crear un muro, por burda que parezca, puede acentuar el apego al mensaje de crear empleos a nivel “domestico”, atendiendo de manera sibilina a intereses subalternos industriales.

En 2012 Marco Rubio fue uno de los miembros de la “Banda de los Ocho”, grupo bipartidario que buscaba aprobar una reforma migratoria comprehensiva. La Ley fue aprobada en el Senado, mas no en la Cámara, ambos en ese momento con mayoría “demócrata”, del partido del Presidente Obama. La ley buscaba generar un proceso de entrada y registro de migrantes más eficientes, y luego de un tiempo, permitirles trabajar de manera legal, cobrando impuestos como a cualquier otro ciudadano. Posteriormente, propuso el “Dream Act”, que buscaba legalizar a los hijos de migrantes ilegales para que pueden tener educación superior. Además, ha apoyado el Acuerdo Transpacífico (TPP), del cual el Perú es parte, se ha opuesto de manera frontal a  los países del Alba y en especial a Cuba y Venezuela y ha buscado ayuda en el Senado a programas de lucha contra las drogas, financiamiento de inteligencia de combate frontal al terrorismo, al ser parte de esos comités. El Perú al ser parte del TPP, de tener un TLC y de tener a los Estados Unidos como uno de los mayores inversores, se vería sumamente beneficiado de tener a alguien que está en línea con esos preceptos. Más aun, sabiendo de los problemas pendientes en el VRAEM, ello pudiera decalar en mayor apoyo. Por último,  al ser un defensor de la migración y de flujo de migrantes, bien puede mirar con buenos ojos consolidar un relación interesante con el Perú, con ello Estados Unidos contaría con un tercer aliado solidificado en la región, junto con Chile y Colombia, ambos miembros de Alianza del Pacifico.

     Finalmente, contamos con Hillary Clinton, quien más allá de su popularidad, no ha buscado aclarar los mensajes referentes a comercio, seguridad y migración. En relación al primer tema, su record resulta anodino. Luego de haber sido Secretaria de Estado (Cancilller) de Obama, y haber negociado el TPP por cuatro años, ahora menciona que nunca estuvo de acuerdo con ello. De otro lado, en el tema de seguridad, si bien el tema de Benghazi (asesinato del Embajador estadounidense en Libia, junto a su personal, debido a una negligencia de parte de Clinton), el curso de la fallida Primavera Árabe, le deja un sabor amargo a su record de políticas públicas. Por último, no se ha pronunciado respecto de la migración. No está en su agenda. Lo que podemos hacer es relacionar sus propuestas con la actual Administración de Obama, al haber sido ella una pieza importante de este por 4 años. El record no es muy bueno, Obama se ha ganado el apodo de “Deportador en Jefe” en los pasillos de Washington, D.C.. Su gobierno ha deportado a más gente que todos los Presidentes estadounidenses juntos. No inicio ninguno otro TLC más de los que le dejo de George W. Bush: Colombia, Corea del Sur, Panamá y el TLC.

Los países no tienen amigos, sino intereses, no es algo personal. Poco interesa que si los candidatos son hombres, mujeres, viejos o jóvenes, sino la validez de sus propuestas y las decisiones que tomen. Pero tal vez, tan importante como lo anterior, son los valores que tengan. Habiendo hecho esta comparación, saque usted la conclusión de qué candidato le conviene más al Perú.