Editorial: Piénsalo, Barnechévere

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El escenario político está sumamente polarizado. Según las últimas encuestas de distinta fuente Verónika Mendoza estaría peleando muy de cerca el segundo lugar con Pedro Pablo Kuczynski. Esto ha puesto al país en una encrucijada. Y a nosotros, como electores, en un dilema imposible.

El premio Nobel James Buchanan decía que el voto de un ciudadano es insignificante en la democracia, salvo en un escenario: cuando la elección se define por un voto. En todos los escenarios normales nuestro voto no hará mayor diferencia en el resultado final. Sin embargo, conforme las elecciones se tornan más reñidas, el valor de cada uno de nuestros votos adquiere mayor peso y puede ser significativo en el resultado final de la elección. Esto es lo que está ocurriendo con el empate técnico entre PPK y Mendoza.

Por otra parte, mientras sea incierta la identidad de quién pasará a la segunda vuelta, las encuestas aseguran cada vez que quienes fueran disípulos de Haya de la Torre, García y Belaunde, se distancian cada vez más de esa posibilidad, afianzando cada vez más la pregunta sobre si realmente valdrá la pena votar por ellos. Esto, pues, ante la creciente posibilidad de que precisamente esa segunda votación esté conformada por una persona que carga con el improvisado costal humalista de la falsa ‘gran transformación’, que apenas es un cúmulo de dogmas izquierdistas de antaño.

Y para dejar en claro, porque las críticas no faltarán, ningún medio que quiera continuar guiándose por la senda de la verdad debe compadecerse con los restos de izquierda que hoy acompañan a la señora Mendoza. Entiéndase así que Lucidez, desde su fundación, tiene como norte la defensa cabal de la democracia, como también de las libertades individuales que implican la expresión y la realización del ser humano. Y no tuviéramos que hacer patentes estos principios si el país no se enfrentara a una amenaza para ellos, de manera que colocamos sobre la mesa que nuestra línea, ante todo, se reafirma en la coherencia de velar por lestos.

Porque ya es sabido, y es obligación rebotarlo a como de lugar, que entre los aspirantes congresales del Frente Amplio, hay algunos autoproclamados admiradores de la dictadura chavista y que comparten en sus redes sociales una serie de elogios hacia la figura de Hugo Chávez. Ya es sabido, también, que la mismísima candidata presidencial se muestra tibia y complaciente con la crisis democrática en Venezuela. No es un cuento que el Frente Amplio tiene entre sus líneas a personajes interesados en un trato más caritativo con los terroristas que desangraron al país.

En estas elecciones están en juego dos cosas: el modelo de país que queremos, y la oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo. El voto por Verónika Mendoza es la perdida de ambas oportunidades ¿Queremos un país suscrito a un modelos socialista cuya prescripción se nota en todos y cada uno de los países que lo ostentaron? ¿Queremos un país donde desde el Estado se pretenda dictar el camino que los mismos individuos deberían forjar? ¿Queremos un país con más trabas donde los grandes y pequeños empresarios sean vistos como enemigos solo por buscar el crecimiento?

Si queremos continuar con el Perú que durante 25 años ha venido reduciendo la pobreza y la desigualdad y si queremos continuar con un país que, como nunca en su historia, ha creado una gran clase media y brindado acceso a servicios que antes eran inimaginables para millones de peruanos, no podemos dar vuelta atrás. El modelo, qué duda cabe, no es perfecto, pero ha demostrado que es el camino correcto a seguir. Pero para esto hay que perfeccionarlo, no destruirlo.

Al escoger un gobierno del Frente Amplio se abre paso al dogmatismo caduco de la izquierda de hoces y martillos. Se abre paso al estatismo, a la depredación de la inversión privada y, sobre todo, se abre paso al retroceso más calamitoso.

Por eso desde este editorial, Barnechéveres (y todos los electores que hoy optan por un candidato que definitivamente no llegará a la segunda vuelta), los invocamos a pensar bien su voto. Desde Lucidez creemos que hay otros candidatos que representan una mejor opción para hacer que el Perú pueda por fin despegar al primero mundo. Con un muy buen equipo de profesionales preparados, experiencia en gestión pública e intenciones de mejorar un modelo que funciona, en lugar de destruirlo. Esta es la gran oportunidad del Perú de dar el gran salto a la modernidad, y no podemos desperdiciarla.

Nosotros le decimos NO a Verónika Mendoza y a su Frente “Amplio” #PiénsaloBarnechévre