Editorial: Solo sé que nada sé

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Si algo han dejado claro los últimos meses, en los que la contaminación de la corrupción se ha notado en prácticamente todos los platillos de nuestro menú político, es que la honestidad, como capital político, está pasando por un periodo de escasez. Y es que hemos llegado a tener claro que no participar en actos irregulares dista de ser el único ingrediente para ser honesto, también es necesario que el político se esmere para garantizar que nada indebido se está llevando a cabo a su alrededor.

Con esto en mente, resultan lamentables las reacciones de los que en algún momento apoyaron con ahínco la campaña del ‘No’ a la revocación de la ex alcaldesa Susana Villarán. Como se sabe, recientemente se ha llamado la atención a una posible participación de Odebrecht y OAS en el financiamiento de dicha campaña, hoy, sin embargo, los participantes se esfuerzan en acusar que ellos no sabían nada del asunto. Concretamente Anel Townsend, por ejemplo, ha dicho “desconocíamos” de los aportes y Augusto Rey, apelando a un lamentable condicional, ha dicho que “tal vez” debieron preguntar más por los aportes.

Resulta difícil imaginar qué tenía que pasar para que estos políticos, finalmente, se animaran a mirar con sospecha la millonaria campaña contra la revocación. Ciertamente se podría haber esperado que el ingreso de un estratega como Favre y el despliegue propagandístico a lo largo y ancho de la capital significaran, aunque sea, algo que instara a Rey a hacer más preguntas o a Townsend a procurar echar luces sobre su desconocimiento. El hecho de que esto no se haya dado nos lleva a pensar que, más bien, prefirieron quedarse en la ignorancia que cargar con la responsabilidad moral del conocimiento.

Lo que más se ha aproximado a un mea culpa, empero, es lo manifestado por Marisa Glave, quien asegura estar “decepcionada” y que le corresponde “asumir parte de la responsabilidad política”. Dicho esto, no obstante, esto no la exime de los cuestionamientos que se vierten sobre otros ex colaboradores de Villarán ¿No le surgieron sospechas al notar la magnitud de la campaña? Sin duda, dadas las circunstancias, la candidez es tan preocupante como hacerse de la vista gorda.

Así las cosas, parece que los otrora adláteres de Susana Villarán hoy se amparan en un dicho platónico para tratar de lavarse las manos por lo sucedido. Hoy “solo sé que nada sé” parece ser el mantra de quienes, en la realidad, debieron saber de lo que sucedía a su alrededor, pero prefirieron no hacerlo.