Con un nuevo Congreso y un nuevo Presidente, el congresista Carlos Bruce anunció que, junto con Alberto de Belaunde, presentarán una vez más un proyecto para permitir la unión civil entre personas del mismo sexo. Como se recuerda esta iniciativa fue discutida en la legislación anterior pero terminó siendo archivada por la Comisión de Justicia en marzo del 2015.
Si bien el panorama actual es muy distinto al que se vivió con el Congreso anterior, no cabe duda de que la tarea de sacar a flote el proyecto de unión civil no será sencilla. Según comentó el congresista Bruce hace unos meses, ya han conversado con las bancadas del Frente Amplio, Acción Popular y el Apra, sin embargo, la mayor incertidumbre la genera la bancada de Fuerza Popular que, por los números que ostentan en el hemiciclo, terminarán por definir el futuro de la iniciativa.
Aunque se sabe que existen parlamentarios en Fuerza Popular que apoyaron el proyecto en su momento, preocupa recordar el documento que Keiko Fujimori firmó ante los grupos evangélicos donde, enfáticamente, manifestó su oposición a la unión civil. Si la excandidata decide actuar sobre el bagaje de ese compromiso, podría escoger que su bancada se oponga como bloque a la propuesta de Bruce y de Belaunde.
Sin embargo, más allá de la lucha política por llevar a cabo el proyecto, es posible que el hueso más duro de roer se encuentre en la sociedad peruana en sí. No solo existe una fuerte actitud homofóbica sino que, también, el peruano ha mostrado ser muy permeable al discurso sostenido por distintos líderes religiosos que se amparan, entre otras cosas, en conceptos como la llamada ‘ideología de género’ cuya existencia sugeriría que toda iniciativa a favor de la comunidad LGTB (entre otras cosas) se sustenta en una corriente de pensamiento abstracta y no en una realidad verificable: en el Perú hay gente LGTB que reclama un reconocimiento de parte del Estado.
Aunque se entiende y se respeta que instituciones como la Iglesia Católica, respondiendo a su doctrina, se opongan a la medida, hay que entender que, como todo actor, se basa en un vernáculo político para buscar la simpatía o apoyo de la ciudadanía. Así, es importante entender que los conceptos como la ‘ideología de género’ o el ‘lobby gay’, utilizados por quienes se oponen al proyecto de unión civil, pretenden que una lucha por derechos sea vista, más bien, como una causa que pretende depredar la llamada familia, que obedece a una doctrina y que no es la respuesta a una urgencia natural de poder vivir en plena libertad, como de hecho lo es. Estas terminologías son meros recursos retóricos, sin verdadero asidero en la realidad, que buscan generar miedo en los incautos y, así, desvirtuar la causa de los derechos de la comunidad LGTB.
Será importante, si se quiere sacar adelante la unión civil entre personas del mismo sexo, que aquellos que están a favor estén dispuestos a ensuciarse las manos e ir al ruedo a contrarrestar, en un muy necesario debate de ideas, las posiciones de aquellos que se oponen y de esa manera ayudar a aclarar los mitos que hoy surgen alrededor del tema. En esa línea, es importante que el Presidente Kuczynski –que se ha mostrado a favor de la medida–, participe activamente de la discusión, que, como hizo Barack Obama en Estados Unidos, asuma un rol protagónico en el esfuerzo de hacer que la sociedad en su conjunto entienda por qué un proyecto como este responde a imperativos de justicia y libertad y no a otra cosa. En lo que respecta a luchar por convicciones, los políticos no pueden permanecer en silencio, tienen que liderar las causas que se propusieron defender.
No bastará con llevar el proyecto al Congreso, habrá que sostener una dura lucha política.
Así las cosas, habrá que ver qué le depara el futuro al proyecto de unión civil. Habrá que esperar que con los nuevos tiempos vengan nuevos avances.