En 1997, Intel, el principal productor de microprocesadores en el mundo, inició la construcción de un centro de operaciones y ensamblado en Costa Rica, y un año después inició sus operaciones en dicho país. La elección de Costa Rica por parte de la multinacional, que buscaba ampliar sus operaciones y reducir sus costos, fue un logro histórico para el país. Intel se convirtió en el ícono de la inversión extranjera en ese lugar, y en uno de los motores de su modernización, transformándolo en uno de los principales exportadores de productos de alta tecnología del continente. Nada dura para siempre. En abril de 2014, Intel anunció el cierre gradual de sus operaciones en Costa Rica hacia finales de año.
Algunos rumores señalan que el gobierno anterior trató de negociar con Intel para retrasar el anuncio hasta el final del mandato de Laura Chinchilla con el objetivo de no empañar su gestión. Sin embargo, la multinacional procedió. ”Después de un extenso análisis, la compañía ha concluido que la mejor solución de largo plazo para maximizar la eficiencia y la efectividad operacional a nivel mundial es cerrar sus operaciones de ensamblaje y prueba en Costa Rica”. En otras palabras, la empresa necesitaba reducir costos y Costa Rica estaba relativamente cara respecto a países del Asia como Vietnam y Malasia, en los cuales se reforzarán las operaciones. Esta decisión implica el despido de alrededor de 1500 trabajadores, de un total de 2800 personas en planilla. La compañía mantendrá en el país un centro de servicios y otro de ingeniería e investigación, y abrirá un laboratorio para validar y probar sus nuevos productos.
En 17 años los efectos de la presencia de Intel en Costa Rica han sido positivos. La compañía ha invertido US$ 900 millones en los últimos quince años (una cifra que palidece comparada con la inversión minera del Perú, pero considerable para Centroamérica). De acuerdo a la consultora Consejos Económicos y Financieros (Cefsa), la producción de Intel contribuyó con 6 por ciento al PBI costarricense en el período 2005-2011, y representó aproximadamente el 21 por ciento del total de exportaciones del país en el último año. Asimismo, las compras locales de la compañía ascendieron a US$ 63 millones en 2011, destinadas al pago de servicios públicos, gastos de construcción y otros bienes. Según un reporte de El País, la llegada de Intel permitió que se instalaran otras compañías del rubro tecnológico en el país centroamericano, como productores de dispositivos médicos, biotecnología farmacéutica y equipo electromédico, cuyas exportaciones combinadas excedían el 30 por ciento de las exportaciones totales, superando la suma de los sectores agropecuario y pesquero.
Costa Rica inmediatamente se convirtió en un referente para el resto de países de Centroamérica y varios han tratado de generar incentivos para atraer inversiones similares. En la última década ha sido común escuchar que todas las economías centroamericanas estaban en búsqueda de la próxima Intel o querían ser la próxima Costa Rica. Sin embargo, una mirada a la última década revela que las políticas de incentivos en dichos países se concentraron en atraer maquila (ensamblaje y reexportaciones) de mediana duración, con resultados mixtos. Asimismo, el país tico lleva la delantera en calidad del capital humano. Según el reporte Better Jobs in Central America del Banco Mundial, Costa Rica es el único país centroamericano que muestra un crecimiento sorprendente en los empleos altamente calificados en la última década, además de un nivel de educación mayor que el promedio latinoamericano.
¿Qué sucederá con Costa Rica luego de la salida de Intel? Aún no hay estimaciones sobre el efecto en el empleo, las exportaciones y la inversión directa, pero se presume significativo. El nuevo gobierno sigue promocionando al país como un destino adecuado para las inversiones, destacando su ambiente favorable a la inversión extranjera y respetuoso del estado de derecho. Si bien el país debe enfocarse en fortalecer su estrategia de atracción, el fortalecimiento de las empresas locales debe ser una prioridad. ¿Qué lección puede extraer el resto de países de latinoamericanos? La competitividad no es un factor estático. Si los países no se esfuerzan por seguir siendo más productivos y mejorar sus ambientes de negocio y sus instituciones, sus Inteles migrarán a economías más competitivas.