El ajedrez congresal, por Carlos San Román
«La vacancia del inmoral permanente, aquel que siendo Alfil o Peón puso a los actuales ministros, debe ser el último objetivo: el jaque mate. No hay otra opción moral por el lado de la oposición en el Congreso».
El ajedrez es quizá el mejor juego de estrategia y táctica que existe. Quienes lo practican desarrollan una gran capacidad de cálculo, de adelantar mentalmente jugadas y también una gran intuición. Hoy, la situación política de Perú parece una partida compleja.
El nombramiento de la mesa directiva del Congreso, el Gabinete Bellido y el voto de confianza a este forman parte del juego. Existen diversas teorías respecto a cuál es el objetivo real y la estrategia que siguen el jefe de gobierno Vladimir Cerrón (el Rey) y quien ocupa la oficina presidencial, Pedro Castillo (Alfil, Caballo o Peón).
Para algunos analistas y entendidos en materia política, la pareja juega para intentar la negación de confianza a su vergonzoso gabinete. Luego nombrar uno peor, algo poco probable salvo que se elija a ministros a prontuariados narcotraficantes y asesinos. De esta manera, se lograría la segunda negación de confianza, con el consecuente cierre del Congreso y el inmediato lanzamiento de una Asamblea Constituyente, carta que les permitiría perpetuarse en el poder.
Para otros, con buen criterio creo yo, todo esto no constituye más que distractores con el único objetivo de ganar tiempo, copar las instituciones del Estado a todo nivel e implantar una dictadura comunista, situación en la que la Carta Magna se vuelve tan irrelevante como una anotación en una servilleta. Sea cual fuere la estrategia, tengo claro que lo que hacen son jugadas complejas, bien elaboradas y no improvisadas, aunque parezca lo contrario.
Por otro lado, la oposición en el Congreso de la República cree estar jugando al mismo nivel. Piensan que sus cálculos, capacidad de proyectar jugadas y su intuición los hacen actuar de manera inteligente para frenar la estrategia del Ejecutivo. Sin embargo, el Legislativo tiene tres cabezas o más, por ende, varios objetivos.
Ya lo vimos en la votación del pasado 27 de agosto, donde algunos parecen solo proteger su sueldo por 5 años y otros terminan respaldando al Ejecutivo con excusas como la de promover la gobernabilidad.
Solo quienes sabiendo que en ese tablero pareciera no haber otra estrategia ganadora más que lograr la vacancia —por imposible que parezca—, votaron por el deber de ser moral, es decir, no darle la confianza a un grupo de filoterroristas acompañados de improvisados y quizás por ahí, algún distraído.
La vacancia del inmoral permanente, aquel que siendo Alfil o Peón puso a los actuales ministros, debe ser el último objetivo: el jaque mate. No hay otra opción moral por el lado de la oposición en el Congreso.
Dado que la vacancia es remota según la composición del hemiciclo, quizá sea mejor que se niegue la confianza dos veces y ante el cierre del Legislativo o el intento de Asamblea Constituyente, todos aquellos que marcharon para tumbar al legítimo presidente Merino lo vuelvan a hacer. Esta vez será con el apoyo de millones que no queremos que el país se convierta en la siguiente dictadura comunista del planeta. Censurar ministro a ministro es perder tiempo y no al revés.
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