Faltando catorce meses para las elecciones generales del 2016 el horizonte político se va despejando y es preocupante. No es que nuestra incipiente democracia se encuentre en riesgo, o que la situación económica sea critica, y la pobreza este en aumento, no, muy por el contrario; vamos por tres periodos continuos de gobiernos elegidos por el pueblo, el crecimiento económico, a pesar de su disminución, aún se mantiene y la reducción de la pobreza es innegable. Sin embargo más como consecuencia de ello que por defecto de lo alcanzado, hay grandes nubarrones en ese horizonte próximo, que generan mucho pesimismo en la ciudadanía acerca de nuestro futuro. Y este se centra, especialmente, en el comportamiento de nuestra clase política.
Existe entre los peruanos una total desconfianza en los políticos de hoy, sobre todo a que se encuentren capacitados para conducir al Perú a dar el siguiente paso, quizá el más complejo y trascendental; consolidar el sistema democrático, institucionalizar el país, desterrar la informalidad, combatir y desterrar la corrupción e impunidad, retomar el crecimiento económico e integrar y desarrollar a los pueblos del Perú. Todo ello requiere visión de estadista, con políticos y funcionarios capaces, honestos, honrados. Personas de altas calificaciones; morales y profesionales, con un excepcional grado de compromiso con la nación.
Ante el mayoritario escepticismo nacional, sobre que los líderes y cabezas visibles de los partidos y movimientos políticos de alcance y relevancia nacional posean esas cualidades, les corresponde a ellos y sus agrupaciones revelarnos la verdadera cara de su amor al país, su profundo grado de entrega y servicio a la patria. Tienen una excelente oportunidad, tal vez la última, de mostrarnos su grandeza. Que poseen la sabiduría y experiencia en los asuntos del Estado que nos permita alcanzar la unión, esa que la nación viene reclamando hace casi doscientos años.
Al analizar los postulados e ideologías de los partidos, movimientos políticos, agrupaciones y de los ciudadanos serios que hoy se interesan por la política, es sencillo identificar que todos coinciden en lo siguiente; creen en la democracia e intentan practicarla en sus partidos o movimientos, defienden el Estado de derecho, la república, la economía de mercado, social según lo indica nuestra constitución, la libertad de los individuos, los derechos humanos y la alternancia del poder. Que son los principios que los ligan ideológicamente. Por tanto sus diferencias son de formas más no de fondo y por ello, si poseen esa grandeza y sabiduría de estadistas, no les será difícil renunciar a sus legítimos intereses personales o de grupo y anteponer los de la patria, para en base a las ya mencionadas coincidencias encontrar el consenso que armonice un gran pacto.
El gran pacto democrático, es un compromiso político y de gobierno entre todas las fuerzas democráticas peruanas, sin exclusiones ni vetos, en el cual se agrupen los partidos y movimientos con alcance y relevancia nacional, así como todos aquellos que crean en los principios del mismo, los que manteniendo su identidad como políticos, partidos, profesionales o ciudadanos, conformen una única y sólida organización.
Bajo este compromiso a largo plazo, que debe ser de gobierno y no electoral, se elegirán a los candidatos para los próximos comicios, presidencial y parlamentario, pero escuchando a la ciudadanía, quizá unas primarias con participación abierta de los peruanos que así lo deseen, sería el camino más adecuado.
Por otro lado, los candidatos a congresistas deben ser los líderes de los partidos y movimientos que participen, porque necesitamos un parlamento en el cual los máximos exponentes y dirigentes de la política peruana, dejen los siguientes cinco años de ser observadores del devenir nacional sin “involucrarse” directamente en ella, no, a estos les corresponde ser líderes de sus respectivas bancadas y responder ante la ciudadanía por sus aciertos y errores. Tengan por seguro que otro sería el comportamiento del congreso, definitivamente mejor.
Sin embargo al ser este un pacto de gobierno lo más importante es la seriedad y transparencia con la cual se constituya esta nueva entidad, para que se gobierne internamente de manera colegiada y dirija orgánicamente los destinos de todo el conglomerado, en especial en la formulación de su plan de gobierno a corto, mediano y largo plazo, en los cuales se enumere detalladamente lo que se propone hacer, pero sobre todo que explique claramente como lo harán.
Soy consciente que esta propuesta requiere una inconmensurable dosis de renuncia y entrega de los líderes políticos peruanos, de una pasión y amor por el Perú solo visto en nuestros héroes y próceres. ¿Es posible y factible? Si otros países lo han logrado con éxito, porque nosotros no.
El pacto democrático le cambiaría el rostro al Perú, no solo dentro de nuestras fronteras, haciendo que el actual estado de crispación y enfrentamiento se torne en uno de sosiego y entendimiento, este inédito e histórico compromiso con la patria nos pondría en el concierto de las naciones serias, respetadas y admiradas. Nuestro comercio y economía se fortalecerían exponencialmente, logrando que el desarrollo y la prosperidad para todos sea una realidad, muy pronto.
Esta propuesta también es benéfica para los otros espectros de la política peruana, pues los inducirá a modernizarse, evolucionar y convertirse en alternativas serias de gobierno.
Debo confesar, ante ustedes, que el concebir esta propuesta ha sido difícil en sumo y el presentárselas aún más. Nuestra clase política está muy desprestigiada, en buena medida por obra y gracia de ellos mismos, soy muy crítico sobre su actuación pública, sin embargo quiero creer que poseen grandes valores, esta es la gran oportunidad para que nos los muestren, en especial el de la humildad; que solo están al servicio del Perú, al nivel de un apostolado. En merito a lo señalado estoy dando este “salto de fe” y pidiéndoles a ustedes que hagan lo mismo. ¿Darán ellos el suyo por la patria?, espero que sí.