El medio ambiente tiene corona, por Michel Hoffmann
Para la ciudadanía la nueva normalidad incluye el uso de más plástico, sin embargo, poco reparamos en el impacto en el planeta; total lo importante es no contagiarnos. El desinterés por nuestro medio ambiente no es nuevo y nuestro mar y desiertos siguen siendo nuestro botadero.
En medio de la incertidumbre del impacto del desconocido virus, entendíamos que nuestra libertad al libre tránsito debía ser restringida por un bien superior, el de cuidar nuestra propia salud. Hoy, en medio de una gravísima crisis sanitaria y socioeconómica, nuestra central preocupación es la de generar ingresos para nuestras familias, inclusive más allá de un posible contagio con el coronavirus o el impacto en el medio ambiente de nuestros hábitos. Así nuestra nueva normalidad, la que se fue gestando a través de los más de 120 días de emergencia sanitaria, contempla algunos nuevos accesorios desechables en nuestro día a día: el uso de mascarillas, protectores de calzado y cabeza de polipropileno, guantes de látex, mamelucos de polipropileno y polietileno, protectores faciales de policarbonato, entre muchas otras cosas que antes de la pandemia eran de uso exclusivo del personal sanitario.
Adicionalmente, y con el fin de aprobar el reinicio de las distintas actividades económicas, siguiendo los protocolos gubernamentales, los restaurantes, bodegas, comercios y otros, se han visto obligados a utilizar (más) envases descartables y bolsas o empaques de plástico para evitar cualquier tipo de contagio dentro de su establecimiento. A eso le sumamos las bandejas de plástico con desinfectante a modo de limpia-calzado a la entrada del local, en todos los establecimientos de atención al público.
Todos estos productos mencionados, son fabricados en procesos químicos altamente contaminantes. Distintos científicos han señalado que las mascarillas, que están hechas de un material plástico derivado de combustibles fósiles, tardan nada menos que 400 años en descomponerse. Mientras los guantes que son de nitrilo o vinilo, tardan 30 años en descomponerse.
Por otra parte, la comunidad recicladora Gesar ya no recoge ni reutiliza envases PET, bandejas de plástico, ni tecnopor (poliestireno expandido), puesto que los mismos pudieran estar infectados y de momento, no hay mercado para ser reutilizados. Además, un conocido supermercado tampoco está aceptando estos envases puesto que se habría roto la cadena de recojo.
En Alemania la compañía Der Grüne Punkt, mundialmente conocida por ser un referente en la reutilización de productos, ha estimado que desde el inicio de la pandemia los desechos plásticos de los hogares han aumentado en un 10%. A su vez, el Ministerio de Economía de la República Federal de Alemania, ha calculado que para el 2020 van a ser utilizadas hasta 12 mil millones de mascarillas, si se suman los guantes y otros protectores, se estiman desechos por 1.1 millones de toneladas adicionales.
Aquí en Perú todavía estamos lejos de medir nuestro impacto en el medio ambiente y nuestro desinterés por mitigarlo es alarmante. Por ejemplo, la Cooperación Internacional Suiza busco construir una planta de transferencia y relleno sanitario en Chiclayo. En este proyecto denominado “Chiclayo Limpio” se hubieran invertido el equivalente a 62 millones de soles; de estos, la cooperación suiza financiaría un 85% y la municipalidad provincial de Chiclayo pondría la contrapartida del 15% para el proyecto. El año pasado, nuevamente la irresponsabilidad y corrupción, llevó a la cancelación definitiva del proyecto.
La reactivación económica debe ir alineada con lucha contra la expansión del virus, así como contra el cambio climático y las crisis medioambientales. De momento, y mientras no haya vacuna, solo nos queda ser individualmente responsables con el uso de los productos de bioseguridad y ser conscientes de nuestro impacto. Así puede cada quien asegurarse de lavarse bien las manos, usar botellas rellenables con alcohol y usar mascarillas reutilizables. Recordado también que la mejor manera de evitar el contagio es además medioambientalmente amigable: guardar la distancia social de 1.5 metros.
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