El congresista Sergio Tejada anunció anoche que renuncia al partido nacionalista y a la bancada de Gana Perú en el parlamento debido a su posición en contra de la “ley pulpín”. La posición de Tejada en contra de esta ley, propuesta desde el mismo gobierno, era de público conocimiento y su renuncia, como la partida de otros miembros del nacionalismo en su momento, era la crónica e una muerte anunciada. Lo que no dejó de sorprender, sin embargo, fue que el mismo Tejada señalara, en un rapto súbito de candor, que quien gobierna realmente el Perú es el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es de suponerse, por tanto, que parte de la salida de Tejada responde precisamente a la influencia del MEF en las decisiones del gobierno.
Como es costumbre en la política peruana, lo dicho por Tejada tiene un poco de cierto y otro tanto de falso. En cualquier caso, cabe preguntarse, a propósito de esto, cuál es el rol apropiado y legítimo de los técnicos (entre los cuales están los economistas) dentro de las cuestiones de gobierno.
Tejada está en lo correcto si lo que trata de dejar en claro es que el MEF tiene mucha influencia, tanto en este gobierno como en los anteriores. Lo que olvida mencionar, sin embargo, es que esto es casi por diseño: si el MEF tiene la llave de la alcancía, pues es lógico que tenga influencia al momento de decidirse qué hacer o no con esa plata. Es un sector transversal, y tendría influencia independientemente de las ideas económicas del ministro de turno.
El problema probablemente estriba, conociendo las ideas del señor Tejada, en que las ideas de las personas que se han puesto el fajín en el último tiempo no le gustan. Y eso está muy bien, pues es su legítimo derecho. Pero queda claro que cuando él señala que el “MEF gobierna,” lo que hace es reconocer que ciertas nociones sobre la economía, muchas de ellas de su gusto, han sido derrotadas en el debate de las ideas. Porque si los últimos presidentes han en buena cuenta dado giros radicales a su visión sobre la economía una vez en el gobierno (el actual presidente Humala siendo el ejemplo más conspicuo), esto fue o porque ellos nunca creyeron realmente en ellas (todo es posible en la lucha por el poder en el Perú) o porque las realidades de gobernar los disuaden de posiciones que han fracasado en numerosas oportunidades (¿alguien dijo estatización?). Esto no convierte al actual ministro de Economía, ni a su antecesor, en radicales de derecha: Tejada olvida que el MEF ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de los programas sociales en este quinquenio, así como en el reciente recorte de impuestos que permite, entre otras cosas, que el sistema tributario sea más progresivo (aunque algunos intenten buscarle cinco pies al gato para demostrar lo contrario).
Por último, cabe preguntarse si tal vez lo que ofusca al exnacionalista tal vez no sea lo expuesto anteriormente sino el hecho, puro y simple, de que lo económico a veces se antepone a lo político, y que ciertas iniciativas, como la ley pulpín, son impulsadas por técnicos que no dependen de los votos mañana. Si uno lee la opiniología local, últimamente se ha puesto de moda tirarle barro a los técnicos (muchos de ellos economistas, pero ciertamente no todos) por “anti-políticos”, cuando hace tan sólo cuatro meses la reformología estaba en boga. Cosas veredes, amigo Sancho, que harán fablar a las piedras. La verdad es que si los técnicos siempre se antepusieran a los políticos, mamarrachos como la ley universitaria nunca hubieran visto la luz del sol; y si estos dominaran la agenda, el país no hubiera perdido más de un año viendo la telenovela de la mal llamada “megacomisión” que encabezó Tejada y se hubiera enfocado en debatir cuestiones de fondo como la reforma del Estado o la misma ley de trabajo juvenil.
De hecho, la ley pulpín es una ley perfectible que, ni es tan mala como la pintan ni tan importante como a veces sugieren algunos de sus defensores. Hay que debatirla, y esperamos desde este humilde espacio que el Congreso haga eso mismo hoy. No hay duda de que la democracia requiere representatividad política y no sólo conocimiento técnico, pero también es cierto que, en virtud de las últimas décadas del siglo XX, ya conocemos qué pasa cuando lo técnico es dejado completamente de lado para que sólo prime lo político: deuda externa, hiperinflación y escasez son algunas de las frases que a este autor se le vienen a la cabeza.
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