[OPINIÓN] El Perú de lejos

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Suena ‘Mal paso’. Cuando estoy lejos de mi país en fiestas patrias, cuando la nostalgia es inevitablemente más gruesa que el aire, tiendo a ponerme audífonos y escuchar unos cuantos valses criollos. Las voces criollas, aguardentosas, ásperas como las penas que narran, familiares como un domingo limeño; contrastan con los idiomas foráneos y los acentos ajenos para hacer que uno se sienta en casa, para hacer saber a uno que al Perú uno lo lleva tan metido en el alma que se puede saborear incluso a años luz de distancia.

Sí, quizá soy uno de los primeros que se atreve a criticar a su país, critico la falta de civismo, lo pútrido de su política y lo lamentable de la violencia callejera que marchita sus ciudades pero mis criticas son como las de un padre a un hijo, quizá cargadas de decepción pero también cargadas de amor. Los problemas de nuestro país no son más que motivos, incentivos para querer apasionadamente que todo cambie, que todo mejore. Estando lejos, ahora en una urbe donde todo funciona cual reloj suizo, veo lo que algún día mi país puede llegar a ser, pero pidiendo que siempre se mantenga su esencia, su actitud fiestera, su ciego apasionamiento por cosas tan simples como un plato típico o una selección de fútbol que nunca se queda sin apoyo porque los colores de la camiseta valen más que ir a un mundial, porque el simple hecho de ir al estadio o gritar un gol de quien nos representa hace que todo valga la pena.

De cierta forma el Perú es como un cuadro impresionista, uno repara en su belleza cuando está lejos de él, uno aprende lo mucho que lo quiere cuando lo extraña. Y se extraña todo: lo bonito, lo feo, lo malo y lo bueno; de lejos aquello que de cerca se ve marchito e imposible de solucionar, se ve bello y digno de ser añorado.

Pasa ‘Mal paso’ y empieza a sonar ‘La flor de la canela’.

Querido Perú, quiero que madures, crezcas, avances. Quiero que seas fuerte en todo sentido, quiero que tus habitantes se respeten y se aprecien; quiero que aquellos que te ven de afuera, aquellos que a veces no saben encontrarte en un mapa, sepan de ti no solamente por un plato de comida, un deportista o una maravilla del mundo, quiero que sepan de ti por ti, que sepan de ti por ser simplemente el Perú, un país que el planeta vea con admiración por su gente y su prosperidad. Quiero muchas cosas querido Perú pero lo último que quiero es que cambies, crece, embellécete, pero nunca dejes de ser tú, no pierdas esa identidad que te hace lo que eres, ese fervor, ese pálpito que cargas y que es imposible de describir.

El Perú es el mejor país del mundo ¿por qué? No lo se, mi aseveración es tan irracional como el cariño que le tengo a mi patria, pero nada hará que cambie de opinión.

Feliz día Perú, que la prosperidad sea tu futuro.

Londres, 2014.