El voto oculto es un término utilizado por sociólogos e investigadores políticos para referirse a las preferencias electorales de quienes no son sinceros en las encuestas de intención de voto. El votante que se contiene al señalar sus preferencias políticas puede ser inestable de unas elecciones a otras, pero lo normal es que permanezca fijo en un partido a lo largo de los años. Una de las principales razones que explican la falta de inclinación de los votantes de un determinado partido a revelar su opción es que esta no sea bien vista en su entorno o comunidad.
Este factor sigue siendo protagonista en las últimas elecciones y no creo que sea ajena a esta próxima. Partidos como el APRA liderado por Alan García Pérez, tienen un gran anti voto y rechazo por ser relacionados con actos de corrupción. Sin embargo, existe también un gran porcentaje que piensa marcar la estrella el 10 de abril y no lo dicen porque tal vez no sea bien visto por los que lo rodean. Es por eso que muchos votantes al momento de ser consultados optan por no definirse o mentir.
Es oportuno recordar que el actual alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, ganó las elecciones con un 50,7%, a pesar de ser relacionado con Comunicore en casos de corrupción. En una encuesta de Datum, incluso, se señalo que casi un 50% aprobaba que el candidato ganador de una contienda electoral robará pero hiciera obras. A pesar que en esa ocasión el voto oculto tomá una forma exageradamente perceptible, igual la intención de votar por Castañeda Lossio generaba un gran rechazo. El voto oculto es un factor importante dentro de este análisis político previo a las elecciones presidenciales y no debe ser dejado de lado.
Sin embargo, ¿qué tan fiables son las últimas encuestas? Conozco gente que en toda su vida política, jamás ha sido encuestada y, peor aún, no conocen a nadie cercano lo haya sido. Claro, somos más de 31 millones de peruanos. Pero ¿Realmente que tan constantes y claras son estos números que aparecen como indicadores de la realidad? Incluso se ha puesta en evidencia que algunas encuestadoras le ponen precio al posicionamiento de algunos candidatos, para que así el mejor postor invierta. De esta manera, la población se sugestiona y su intención de voto cambia. Habrá que esperar para ver la participación del voto oculto como fenómeno político en estas cercanas elecciones presidenciales.