[OPINIÓN] El PPC para el siglo XXI

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Desde hace nueve años milito en el Partido Popular Cristiano. Un partido que pese a nuestros adversarios, ha cargado las banderas del socialcristianismo desde 1966 y se ha establecido como una institución democrática sin paragón en el escenario político. Salvo el APRA, no ha existido ningún partido que, sobreviviendo a sus fundadores, haya logrado posicionarse entre las fuerzas más influyentes de la actualidad, llegando a aglutinar gran parte del electorado en sucesivas elecciones y también habiendo probado la preponderancia política de sus mejores cuadros en la elección municipal y revocatoria de Lima. El resto de agrupaciones, desde Acción Popular hasta Perú Posible, se han ido evaporando con el tiempo, hasta convertirse en redes de independientes sin una visión coordinada de país.

Más allá ese gravitas político que el partido ha sabido cultivar asentado en la sensatez, no se ha traducido en la actualización dinámica de los postulados enarbolados en 1966. Mientras en otras latitudes los partidos democristianos ya llevan más de cinco intensos congresos ideológicos bajo los cuales han revisado sus propuestas de país, el PPC no ha sabido encender el debate interno. No obstante, para demostrar la efervescente vida institucional del partido, aparecimos los reformistas en el 2007 para renovaar el partido y adaptar sus estructuras al siglo XXI.

Sin embargo, en los últimos años la pugna por reformar a unas de las instituciones políticas más antiguas del país ha devenido en el tire y afloje por cuotas de poder entre los que lo tienen y los que lo quieren, sin preguntarnos qué queremos hacer con él. Lo que realmente necesitamos es un debate profundo a nivel doctrinario e ideológico que defina al partido frente a los grandes temas del futuro. Hay que hacer del PPC no sólo una institución democrática, sino una que pueda aportar, más que por intuición, por conocimiento y convicción, un programa socialcristiano. Ya no basta ampararse en el ideario y depender de doctrinarios que cual brujos ausculten las encíclicas descifrando nuestras posturas del día a día.

Hay que debatir y definirnos:

Un partido que apuesta por la igualdad: aprobemos la Unión Civil

Somos socialcristianos y por lo tanto progresistas. Eso significa que nos debemos poner a la vanguardia del debate sobre la protección de las personas que integran nuestra comunidad. No basta decirlo y luego abstenerse en votaciones claves. Tenemos que salir y construir un discurso para romper definitivamente con los propugnan una sociedad excluyente, donde las minorías son vistas con condescendencia. Es nos lleva necesariamente a defender la aprobación de la Unión Civil, por construir una sociedad donde las personas no sólo puedan desarrollar su propia personalidad participando de la vida en comunidad, sino donde a su vez asuman más responsabilidades frente a sus pares. Esto no significa ignorar a la familia como eje fundamental de la sociedad. También tenemos que entender que es necesario extender mayores protecciones a las diferentes familias donde se crían los hijos y se forjan las sociedades. Todo esto forma parte de un paquete integral, inclusivo que nos permita proteger la dignidad de todas las personas sin distinción, ni prejuicio.

Un partido que defiende la vida

En paralelo tenemos que demostrarle a país que somos un partido progresista y defensor de la vida. Eso no quiere decir indolente o ajeno, como lo han mostrado algunos representantes. Hay que ser conscientes del dolor humano experimentado por la violación, para lo cual el Estado debe establecer los mecanismos necesarios de acompañamiento y subvenciones que permitan a la mujer recuperarse del trauma, sin tener que exterminar la vida que lleva dentro. No sólo eso, es un mandato moral ofrecer un sistema de adopción (hoy colapsado) eficiente y humano que pueda acoger a los niños que así lo necesiten. De eso se trata cuando queremos ofrecer una propuesta verdaderamente humana respetuosa de todas las vidas y del trauma por el que pasan las personas.

Un partido que propugna el desarrollo humano

No somos adoradores del mercado. Estimamos que no basta con consagrar libertades negativas. El Estado debe tener como rol promover una sociedad en la que todos no sólo tengamos oportunidades, sino también la capacidad de aprovecharlas. Debemos superar la palabrería liberal y concretar libertad real y práctica. Eso pasa por una profunda reforma educativa que sea integral y orientada al futuro. De qué nos sirve subir salarios, cerrar universidades, y confirmar indicadores, si cada etapa educativa se dispara por lados distintos. Es necesario ofrecerle al país un sistema educativo que privilegie el desarrollo humano y que fundamente los principios del estado de derecho. Eso significa también un fuerte apoyo a la cultura como elemento fundamental en la formación de todas las personas y el fortalecimiento de la vida en comunidad.

Un partido defensor del medioambiente

Adicionalmente, debemos ser claros en cuanto a la defensa del medioambiente. De qué valen todas las minas del mundo, si no tenemos un país habitable. Este debe ser uno de los puntos más importantes en nuestra agenda. Si bien reconocemos que necesitamos la inversión, también tenemos que demandar altos niveles de protección a nuestro ambiente. Esto pasa por un esfuerzo no sólo nacional sino internacional y cooperativo, para captar nuevas tecnologías que nos permitan desarrollar un empresariado ecoeficiente. Mientras tanto, debemos hacer del Estado una institución presente que garantice frente a la ciudadanía que todos los compromisos se van a cumplir y las poblaciones serán protegidas. Ahí tenemos a la congresista Marisol Perez Tello que ha hecho un gran trabajo en ese sentido en el Congreso. Ella representa al PPC del futuro.

Un partido para el futuro. Estos son algunos de los asuntos que debemos avanzar como partido frente a la sociedad. En ese sentido, es necesario romper con el pasado y acabar con el discurso indolente y trasnochado porque el futuro del partido no son los Castros o los Egurens, por más que sueñen. El futuro del partido son aquellos que busquen construir progreso con valores y que sean capaces de enseñarle al Perú que estamos a la vanguardia del debate y que es posible construir un orden comunitario y personalista, lejos de los intereses de la plutocracia o la corrupción y cerca de la gente. Con un programa político que sea la expresión de nuestra lucha por la verdad, la libertad y la justicia; y que nos ayude a lograr el bien común, la dignificación de la persona humana y la instauración de la sociedad comunitaria.