El profesor que nunca aprendió, por Jonathan Sepúlveda

«Seis meses han tenido que pasar para que el presidente del Perú, Pedro Castillo, diera la oportunidad a medios internacionales a dialogar con él. Les invito a que reflexionen, conmigo, el desempeño del “profesor”».

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Seis meses han tenido que pasar para que el presidente del Perú, Pedro Castillo, diera la oportunidad a medios internacionales a dialogar con él. Les invito a que reflexionen conmigo acerca del desempeño del “profesor”.

Oratoria. Sin lugar a duda esta no es la fortaleza del “profe”. Su capacidad para elaborar ideas bien cohesionadas es baja. Divagaba en temas que no venían al caso y evitaba responder cualquier pregunta que representase un peligro para su “agenda”.

Inconsciente. No tiene consciencia de lo que realmente pasa a su alrededor, o al menos eso demuestra. Desmerecer a IPSOS, la casa encuestadora que lo dio por ganador en la elección pasada, es igual de grave como su postura hacia la política exterior. No está consciente que la razón por la que en Perú tenemos tantos venezolanos es porque en sus tierras se vive una dictadura.

Mar para Bolivia. ¡¿Qué!? Como peruano nunca me he visto representado en la idea de poder ceder territorio soberano al país vecino. Es como pedirme que le regale parte de mi casa al vecino para que pueda tener acceso a la calle. ¿No lo tiene? Lo siento. Este territorio que tenemos hoy, pequeño o grande, es el resultado de la sangre de muchos peruanos que fue derramada en combate. Ceder territorio soberano es una traición a la patria.

Solo como dato, Bolivia cuenta ya con una playa que fue cedida en el gobierno de Alberto Fujimori, en 1992, al gobierno boliviano. Sin embargo, aquel lugar está desolado.

Capacidad argumentativa. No tiene. Está ausente entre las habilidades blandas del “profe”. No obstante, no es algo que nos deba sorprender. Su capacidad para argumentar y defenderse está al mismo nivel del C.I. de sus votantes. Lleno de argumentos vagos que serían aceptables viniendo de un niño de primaria, con el respeto que se merecen nuestros niños.

En conclusión, si tuviera que calificar con una sola frase el desempeño del profesor, sería: vergüenza internacional. Estamos ante un incompetente que maneja las riendas de una nación. Lo peor, está consciente de su incompetencia. Parece sentirse orgulloso de ser quien es… un profesor que nunca aprendió.

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