El remedio será peor que la enfermedad

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Esta semana la agenda del Gobierno ha estado cargada. Los titulares políticos de las portadas de los principales diarios se han intensificado. El nivel de mando y conducción del Gobierno es nulo. Palabras sensatas y oportunas las de Don Luis Bedoya Reyes al iniciarse la Gestión Humala, “Una cosa es con guitarra, y otra es con cajón”, aludiendo que las propuestas y discursos “regalones” de campaña no tienen espacio en la Presidencia.

El retiro del embajador peruano en Chile, el proyecto de unión civil, el Caso –sin fecha de término- Belaunde Lossio, Urresti como posible candidato del Partido Nacionalista; y, entre otros, la ley que prohíbe la NO reelección de Presidentes Regionales y Alcaldes, han sonado con fuerza esta última semana. Pero esta vez solo quiero resaltar y desarrollar el craso error que se ha cometido con la NO reelección.

Si antes se “levantaban” el dinero púbico en ocho años  o en casos extremos –y preocupantes- más de dos periodos, ahora lo harán en los primeros cuatro años de gestión. ¿Diferencia alguna? No. Los que estamos en la gestión pública y la desarrollamos con pasión y profesionalismo, sabemos que por más que exista la voluntad y el compromiso de realizar grandes cambios en el primer año, es complicado y confuso: recibes una administración que no sabes en qué estado se encuentra porque el proceso de transferencia es tan lento y desordenado. Un presupuesto aprobado en la anterior gestión, formalidades –muchas de ellas burocráticas y pérdidas de tiempo- de la Oficina de Control Interno, y un gobierno local y regional desfalcado, donde no existe forma que los gobiernos locales o regionales cumplan con sus deberes hasta el finalizar la gestión (entiéndase pago de obligaciones), son algunos de los tantísimos obstáculos que recibe una nueva administración.

Soy un creyente de que el ciudadano de a pie (y no cualquier congresista) es quien debe imponer o prohibir a una autoridad. Que mejor opinión o elección del vecino sanisidrino que todas las mañanas trota alrededor del Golf, el joven que usa las bicis públicas de San Borja, la madre de familia que lleva a sus hijos a la escuela en Santa Anita, el químico farmacéutico de la plaza de armas de Cajamarca o los padres de una niña que va a una escuela en Moquegua. Ellos conocen mejor la realidad que uno. Es cierto y no niego que hayamos tenido estos últimos años gobiernos regionales desastrosos (cito Cajamarca, Junín, Tumbes) o locales (lista larga), pero como ellos también hemos tenido y tenemos gestiones que son nobles de saludar, como sucedió con el Gobierno Regional de Moquegua y San Martín, o como viene sucediendo en San Borja, Surquillo, San Isidro y Miraflores. En lo particular, me encantaría tener como alcalde a Marco Álvarez. Me enorgullece San Borja, pero tengo un alcalde que ha empeorado el distrito en este quinto año, los helados y galletas han tenido su consecuencia: La Molina ya NO es el jardín de Lima.

Además, recordemos que el índice de reelección ha sido bajo este 2014, menos del 20% de autoridades lograron la reelección, el que una autoridad sea reelecta o no, depende únicamente del votante. La corrupción no se combate desde ahí, se combate formando cuadros partidarios. Lo que ha hecho el Congreso es ilusionar al peruano y peruana con la lucha frontal a la corrupción. Estamos mal. Hay que reconocer a los Congresistas que votaron en contra, que si bien no se han ganado la simpatía de la opinión pública, sostienen una posición consecuente: El remedio será peor que la enfermedad.