El sombrero distractor, por Carlos San Román

«Conviene más que utilicemos nuestros esfuerzos para que las estrategias del personaje no avancen, en lugar de enfocarnos en los sombreros y trajes».

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“¡Qué ridículo el sobrero del tipo ese! “, “¿Por qué usa un traje venezolano?”, “¡No puede pronunciar una frase seguida!”.

Muchos no podemos evitar sentir vergüenza de quien ocupa el sillón presidencial de este, espero temporalmente, desorientado país.  Para algunos, la vergüenza proviene de la irrisoria vestimenta que con sombreo incluido, el personaje en cuestión utiliza cada que acude a un evento sea o no oficial; ¿le incomodará dormir con sombrero?  Para otros, la vergüenza proviene de las imitaciones espontáneas de Cantinflas que, con poca gracia y gran seguridad, suele vociferar cada que está frente a un micrófono.  Los motivos de vergüenza pueden o no tener razón, pero existen y así como algunas personas son libres de criticarlos, quienes sienten dicha vergüenza son libres de expresarla y creo que es inevitable.

Sí, seguramente es el hazmerreír de Latinoamérica. ¡Pero cuidado!, pareciera que algunas de estas situaciones están preparadas y no son más que distractores.  Las redes sociales hablan más de lo impresentable y vergonzoso que puede ser el señor, que de lo que viene pasando mientras él reencarna a Mario Moreno.

Las cámaras apuntan al sombrero y los micrófonos se abren para amplificar las frases incoherentes, mientras que localmente sus secuaces continúan trabajando en dos frentes y en paralelo.  Por un lado, copando al Estado con personas de cuestionada reputación y por otro engañando “al Pueblo” respecto a la necesidad del cambio de la Constitución para sacarlos de la pobreza.

Como bien ha comentado en innumerables ocasiones el muy perspicaz abogado Oscar Sumar, el propio cambio de la Constitución podría no ser más que otro distractor para permitir avanzar en el objetivo real de coparlo todo incluyendo las fuerzas armadas y convertirnos en una dictadura comunista, para lo cual no es necesario cambiar la Constitución.  De hecho, como bien dice Oscar, ¿cuándo se ha visto una dictadura que se fundamente en una constitución?

Espero que en un tiempo no digamos “¡Oscar Sumar tenía razón!”.  Mientras tanto, conviene más que utilicemos nuestros esfuerzos para que las estrategias del personaje no avancen, en lugar de enfocarnos en los sombreros y trajes.

Denunciar a cada funcionario prontuariado que intenten poner en el Estado, hacer notar las verdaderas intenciones que tienen, evangelizar sobre cómo salir de la pobreza sin necesidad de que el Estado lo regale todo; son acciones más útiles, aunque menos divertidas que rajar del aspecto del Incapaz Moral Permanente.

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