El tranvía de la segunda vuelta, por Carlos San Román

"Hoy en nuestro caso, Castillo y Cerrón no están mintiendo, están diciendo directamente que atentarán contra la propiedad privada, las instituciones y de boca de alguno de sus congresistas, también contra los medios de comunicación. Estamos advertidos; estamos viendo al tranvía venir".

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En el año 1967, la filósofa inglesa Philippa Foot (1920–2010), planteó el conocido dilema ético del tranvía, el cual ha tenido muchas variaciones para hacerlo aún más complejo.  Imagina un tranvía sin frenos que se dirige hacia cinco personas que están atadas en la vía. El impacto y la muerte de las cinco personas es inminente. Tú estás en la calle viendo esta desgracia y puedes accionar una palanca que hará que el tranvía tome una vía alterna, en la cual hay una sola persona atada. Al accionar la palanca, morirá una persona y si no la accionas morirían 5 personas. ¿Debes accionar la palanca?

Para muchos, este dilema extremo se asemeja a lo que viviremos el día 6 de junio cuando debamos votar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Para muchos, ambos candidatos son muy malos, aunque probablemente no igual de malos. Por un lado, está el camino seguro al comunismo (Marxismo-Leninismo) y no como una especulación, sino como una seguridad según se expresa el plan de gobierno de Perú Libre, partido liderado por el candidato Pedro Castillo y su socio el condenado por corrupción Vladimir Cerrón. Por el otro lado el partido Fuerza Popular liderado por Keiko Fujimori, que representa una opción pro mercado pero con diversos cuestionamientos históricos de décadas atrás y también otros más recientes sucedidos durante este último período de gobierno, cuando tuvieron mayoría total del Congreso.

Según los análisis diversos, el no votar o votar viciado beneficiaría al candidato Castillo que ganó la primera vuelta. El no votar o viciar, regresando al dilema del tranvía, desde mi perspectiva es equivalente a no accionar la palanca y por lo tanto permitir que mueran las 5 personas que estaban atadas en la vía, es decir el mal mayor. Las experiencias en Latinoamérica y en el mundo son suficientemente claras como para saber que el resultado de un plan comunista derivará indefectiblemente en la pobreza extrema del país, situación de la cual será muy difícil salir, debido a las políticas económicas destructivas y la evidente intención de perpetuarse en el poder tal como sucedió en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

No es en absoluto descabellado pensar que Perú se convertirá en lo que hoy es Venezuela, si entra al poder un grupo de Marxistas-Leninistas. De hecho, ni Hugo Chávez se atrevió a tanto. Chávez mintió y dijo que nada pasaría, que no estatizaría, que respetaría la propiedad privada, que respetaría los derechos personales y que la democracia estaría segura con él. Mintió para parecer bueno, para parecer una opción respetable. Hoy en nuestro caso, Castillo y Cerrón no están mintiendo, están diciendo directamente que atentarán contra la propiedad privada, las instituciones y de boca de alguno de sus congresistas, también contra los medios de comunicación. Estamos advertidos; estamos viendo al tranvía venir.

Nos ha tocado un momento complejo, muy duro sobre todo para algunos. Pero tengo claro, tal cual se sugiere en el dilema expuesto, que nuestra dignidad permanecerá intacta luego de accionar la palanca.  Además, como se plantea en una de las variantes del dilema de Foot, es probable que la persona que está atada en la vía alterna logre desatarse y escapar de la muerte. De esta manera el accionar la palanca no solo es el mal menor, sino que podría resultar bueno para todos los involucrados.

Yo accionaré la palanca con la confianza de que la probable víctima logre desatarse y logremos juntos un final feliz.

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