Elle, por Álvaro Martínez

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Elle es una película de un notable vigor, que se condensa, probablemente de manera más visible, en su protagonista, Michèle Leblanc.  Interpretada por Isabelle Huppert, Leblanc dirige una compañía de videojuegos, aunque su experiencia y sensibilidad parecen venir, sobre todo, del espacio literario.  En pleno día, es atacada y violada en su casa por un hombre enmascarado.  Cuando su atacante se va, ordena y limpia; se asea, y sigue su día con normalidad.  A pesar de la frialdad con que se aproxima y posteriormente refiere al evento, resulta apresurado describir a Leblanc como una mujer de carácter.  No porque se niegue su fortaleza, sino porque sería más exacto hablar de una especie de estoicismo contaminado, desbordado por relaciones más profundas e intrincadas de las que una premisa general puede soportar.

La sexualidad y la violencia penetran el relato de Michèle, y, con raíces largamente echadas, se encarnan en ella.  Todo esto desde su proceder desligado y casi apático, en el que su derredor parece leer distintos estados de mente y disposición, generalmente superficiales o errados y que son más un reflejo de sus propias figuraciones.  Lo que supone una clara ventaja en su interacción con los otros, en la transparencia con que percibe las cosas, y que se presta a sutilísimos juegos de mente.

Desde un pasado neblinoso, hay un llamado a la acción que escapa al procedimiento rutinario y, por tanto, de la ley y de una civilización organizada.  El atacante contacta a Michèle Leblanc y se inicia así una relación que evoluciona desde una concreción carnal hacia una presencia latente, más ambigua, que no deja de manifestarse, impidiendo a Leblanc enterrar la situación.  Ella inicia una discreta investigación por su cuenta. Se equipa, se prepara para un nuevo enfrentamiento.  Y en ese encuentro, en esa posible venganza, hay algo de deseo, una especie de anhelo en la violencia inevitable, que tiene que ver menos con la justicia o su seguridad, que con una naturaleza antojadiza.

Elle significó el regreso al cine del holandés Paul Verhoeven después de dirigir “La Lista Negra” (Zwartboek) en el 2006.  El filme ha cosechado ya numerosos laureles y nominaciones en diferentes festivales y premios alrededor del mundo, muchos de ellos para Isabelle Huppert, quien el año pasado participó también en L’Avenir, película de la cineasta Mia Hansen-Løve.  Huppert ha sido reconocida en el pasado por su trabajo con directores como Claude Chabrol y Michael Haneke.

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