En caída libre, por Daniella Ravelo

«Aunque nos quieran hacer creer lo contrario, los informes diarios de la Defensoría del Pueblo indican que la conflictividad social continua en descenso.»

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Mientras unos dicen que tenemos una “movilización continua y creciente”, otros señalan que “las protestas no se detienen”. Ninguna de las dos afirmaciones es cierta pues las cifras fácilmente las desmienten. Y así, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, los informes diarios de la Defensoría del Pueblo indican que la conflictividad social continua en descenso.

Luego de experimentar un ciclo de oleajes, las protestas registran su mayor caída en los últimos días. Por primera vez, todas las categorías (fallecidos, movilizaciones, bloqueos, entre otros) registran simultáneamente una intensidad inferior al punto de partida del 04 de enero. Lo que sí es cierto, es que lo anterior no necesariamente implica la reducción de acciones violentas como las que propiciaron el fallecimiento de un civil en Puno el último 10 de febrero; y mucho menos significa que ya se superó la crisis. No obstante, ¿qué podría estar explicando su descenso? Un factor para tomar en cuenta es el rechazo de la ciudadanía a manifestaciones violentas como los bloqueos de carreteras, de lo cual me ocuparé más adelante. Otro, por supuesto, es el financiamiento. Es insostenible estar costeando por meses transporte, hospedaje y alimentación.

Primero los datos. Al cierre del informe de la Defensoría del martes 14 de febrero, se mencionaba 31 bloqueos de vías nacionales en 13 provincias. El lunes 13 de febrero se informó de 33 bloqueos en 15 provincias. Es evidente que las protestas están experimentando un retroceso. De hecho, si lo comparamos con la semana anterior, el descenso se nota aún más. Por ejemplo, el 11 de febrero hubo una convocatoria de paro, ¿tuvo éxito? realmente no tanto. El informe de la Defensoría señaló que hubo apenas 48 bloqueos en vías nacionales en 12 provincias. Asimismo, el 7 de febrero hubo 61 bloqueos (casi el doble que el martes 14 de febrero) en 22 provincias (también casi el doble). Es decir, en una semana el impulso de estas protestas parece estar agotándose notablemente. Sin embargo, esto no quiere decir, por supuesto, que debemos dejar de preocuparnos. Pero quizás lo peor parece ya haber pasado.

En primer lugar, las cifras indican que se está reduciendo el número de bloqueos y de provincias con protestas. Si bien aún no hay que cantar victoria, sí podemos considerar que es un gran avance. Los bloqueos de carreteras no son más que acciones violentas que vienen siendo rechazadas por más de un 50% de la población según varias encuestadoras. Por ejemplo, la encuesta de IEP de enero arrojó que un 77% no consideraba justificado el bloqueo de carreteras. La cifra era aún mayor cuando se refería a la toma de aeropuertos (85%) y la acción de quemar sedes públicas (88%) entre las que se encuentran comisarías, juzgados, etc.

En segundo lugar, no caben dudas de que el estallido social ha agravado la situación de varios sectores económicos en el país. Por ejemplo, uno de los más golpeados por la situación ha sido el turismo. Que, sin siquiera haberse recuperado de su nivel prepandemia, el informe del Instituto Peruano de Economía (IPE) ya estima que “es probable que la reactivación del sector tome algunos años”. De la misma forma, producto de la crisis social, la reputación del Perú como destino turístico se encuentra en juego. De hecho, la contracción del turismo afecta de manera directa e importante en las economías de varias familias que viven de este sector. Así, cifras del IPE indican que mientras que en 2019 el sector empleaba de manera directa a casi 1.5 millones de trabajadores, la situación ha logrado una disminución del 31% para el 2022 lo que equivale a una pérdida de 450 mil empleos. De la misma forma, según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), las pérdidas por cancelaciones de vuelos y paquetes turísticos llegan a aproximadamente los 100 millones de dólares. Una cifra realmente aterradora.

No obstante, ello no es todo. Los bloqueos de carreteras, además, han generado que muchos productos como frutas y verduras se descompongan al quedarse varados durante horas antes de poder abastecer a los mercados mayoristas. Como muestra de lo anterior, el mercado de Productores Mayoristas de Pucallpa perdió más de 20 mil soles en productos que se malograron por permanecer días varados en las carreteras. En la misma línea y con respecto a los bloqueos, tampoco debemos olvidar la pérdida de vidas humanas. Una de las primeras víctimas fue una madre en gestación que perdió a su bebé de 6 meses.

En resumidas cuentas, a diferencia de lo que nos quieren hacer creer de una supuesta “movilización continua y creciente”, las cifras de la Defensoría fácilmente lo desmienten. Todo apunta a que la conflictividad social se encuentra en caída libre en todos sus aspectos. Aunque dentro de todo es una buena noticia, mi mayor recomendación es no cantar victoria aún. No olvidemos que estamos hablando de Perú.

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