Luego de escuchar el mensaje a la nación del presidente Martín Vizcarra, quedan claras -al menos es lo que se percibe- sus buenas intenciones y buenos deseos de hacer las cosas bien. Sin embargo, y sea dicho con toda franqueza, queda también luego del mensaje una sensación de cierta ingenuidad del presidente al haberse escuchado toda una relación de buenos deseos e intenciones, por un lado, así como el de un mensaje cargado de populismo y demagogia como para dejar satisfechas a las galerías y al pueblo deseoso de oír, cual cantico de sirenas, lo que el presidente ha dicho en su mensaje. El presidente ha dicho lo que el pueblo quiere oír, pero lo que ha expresado el presidente ¿Es una realidad acaso o simplemente oímos lo que queremos oír y adicionalmente queremos creérnoslo?
“Tenemos claro hacia donde queremos conducir al Perú, y también tenemos claro cómo hacerlo. Estamos trabajando duro para construir el país que anhelamos, estamos emprendiendo las reformas que tanto se reclama”. Pero ¿De verdad lo tiene claro, cree que lo tiene claro o solo desea tenerlo claro? ¿Se está de verdad trabajado duro para construir el país que anhelamos y emprendiendo las reformas esperadas? Las palabras son hermosas y llenas de optimismo, pero la realidad lamentablemente es muy diferente.
Si bien han pasado solo cuatro meses desde que el exvicepresidente asumiera el cargo, y mientras el pueblo peruano vivía entretenido y sumergido en el Mundial Rusia 2018, ¿Qué hacía el presidente y su equipo de ministros? De un lado el gabinete sufrió diversos remesones con las salidas de varios ministros y el nombramiento de nuevos que aun no convencen. De otro lado, pareciera que las esperanzas de “reforma” se basan tan solo en la promulgación de más normas para lo cual se solicitaron facultades delegadas y éstas fueron otorgadas de inmediato por el Congreso.
Curiosamente, el presidente repite el error de su predecesor al pedir facultades al Congreso y luego de serle otorgadas, enfrentar frontalmente el Congreso que se las otorgó, ahora con el cuestionamiento de la reelección de congresistas y la bicameralidad. Para colmo, vía referéndum, olvidando que, para reformar la Constitución vía referéndum, el proyecto debe pasar antes por el Congreso mismo. ¿Olvida el presidente que a los congresistas reelectos los ha reelegido el pueblo peruano ejerciendo su derecho al voto? No se han reelegido automáticamente o en “modo reelección”. ¿Será capaz el propio Congreso de eliminar la reelección congresal tomando en cuenta que, en el actual Congreso, existe un porcentaje bajo de congresistas electos y que son los congresistas nuevos los que por lo general terminan en la Comisó de Ética? Lo dudo mucho. Así mismo, un tema tan complejo como la bicameralidad, esto es, el volver o no al sistema de Cámara de Senadores y Diputados, ¿puede ser consultado y decidido vía referéndum? Obviamente que el pueblo va a decir que no a la bicameralidad. No desea mas congresistas.
El presidente olvida que ocupa ese cargo para gobernar y tomar decisiones. No para patearle “de taquito” importantes decisiones al pueblo vía referéndum. No se gobierna con referéndums. Hemos apreciado los titulares del día domingo, como por ejemplo La República anuncia: “Reforma judicial y política en manos del pueblo”; o El Comercio: “Vizcarra plantea reformas vía referéndum”. El referéndum es una buena institución pero que debe utilizarse de manera excepcional. Repito, no se puede gobernar ni hacer reformas vía referéndum. Pareciera que el presidente temiera tomar decisiones y buscara escudarse en el referéndum y cuidado que hay temas que no pueden tratarse vía referéndum como por ejemplo el tema de tributos o el de derechos humanos, por mencionar solo dos aspectos.
“Ya se ven los primeros resultados…” señala el presidente al final de su mensaje. ¿Cuáles resultados? La inseguridad ciudadana es cada vez peor, los miles de damnificados por el Niño Costero en el norte -especialmente en Piura- siguen viviendo en carpas, las carreteras continúan destruidas, etc. Y debemos destacar el gravísimo tema de la corrupción. Increíblemente, no se menciona en todo el mensaje el peor caso de corrupción en la historia de la nación: Odebrecht (LavaJato) ni los avances en su investigación y captura de los inculpados. El pueblo es consciente –pues no es tonto- que los principales implicados siguen libres de polvo y paja (Humala, Nadine, Toledo, Villarán, PPK, etc.) y no se menciona absolutamente nada de ello. Mas bien menciona el último escándalo en donde se ve implicado el Consejo Nacional de la Magistratura, olvidando que si no era por los audios provistos por el ILD de Gorriti ¡nadie se entera de este escándalo en el país! Al igual que sucedió con Odebrecht en donde tuvimos que enterarnos de ello por Brasil y Estados Unidos.
Al respecto, el presidente reconoce que “si bien se dieron normas importantes en materia de lucha contra la corrupción, éstas no tuvieron sostenibilidad ni fueron implementadas…”. ¿Acaso cree el presidente que a la corrupción se le combate solo con normas? ¿Es un problema de sostenibilidad y de implementación? ¿No sabe que el problema de corrupción es un problema humano, de personas, de falta de valores, principios, etc.? ¿Cree acaso que las buenas normas bastan? ¿No sabe que primero hay que cambiar y prescindir de las personas corruptas, reemplazarlas por personas honestas, probas, etc.? ¿Cree quizá que el corrupto va a eliminar al corrupto? ¡Vaya ingenuidad! “Seremos implacables en la lucha contra la corrupción…” ha afirmado. Sinceramente, cuesta creerle. La sensación general es que se mantiene un sistema en donde el blindaje de los “peces gordos” y la inimputabilidad es una realidad. ¿O pretende también reformar el problema de corrupción vía referéndum?
“Juntos podemos recuperar la confianza y la fe, juntos podemos ganarle a la corrupción…”. Parece el discurso de un “motivador” para el personal de una empresa. Todos queremos un Perú mejor y más grande ¡qué duda cabe! Pero hay que “aterrizar” presidente. Con buenas intenciones, mensajes populistas, demagógicos, creando ilusiones no se gobierna. Ante grandes problemas, deben tomarse decisiones ya. No es cuestión de mas leyes, buenos deseos y automotivarnos. “Vamos a tomar esas decisiones relevantes con ustedes”. No presidente. Usted gobierne y tome las decisiones que correspondan. No se escude en el pueblo ni en el referéndum. No nos tenga entre el populismo y la demagogia. No dudamos de sus buenos deseos y ganas de trabajar. Pero es usted quien lleva las riendas del país. Demuéstrenos que el país está en buenas manos. Hechos y no palabras, pues a estas últimas ya tenemos bastante…