Hoy se cumplen 18 años de la histórica liberación de los rehenes de la embajada de Japón. En una operación sin precedentes, 142 comandos iniciaron una valiente y estratégica arremetida contra catorce delincuentes y terroristas que mantuvieron a 72 personas sometidas bajo sus armas desde el 17 de diciembre de 1996 hasta el 22 de abril de 1997. El resultado fue aplastante y exitoso, con la lamentable baja de un rehén y dos comandos que cayeron en el fragor del operativo. Por otro lado, los catorce emerretistas pagaron con sus vidas el crimen que cometieron. Y si bien, en su momento la sociedad celebró con entusiasmo lo sucedido y los participantes fueron exaltados como héroes, como siempre la estupidez, aliada de la mezquindad confabulan contra los hombres buenos. Así con tan solo la versión de un cuestionable diplomático japonés, se puso en marcha la maquinaria estatal para, como Cronos, tragarse a sus valientes hijos.
La estupidez. De manera atolondrada y sin inteligencia, ni corazón la procuraduría del fuero militar pone en el banquillo a los 142 comandos por la supuesta ejecución extrajudicial de tres criminales. ¿Era necesario involucrar a todos los comandos? Luego de años de proceso parece que no. Sucesivos Ministros de Defensa han aseverado que existía la posibilidad de un grupo de inteligencia denominado hoy “los gallinazos” que respondían a un comando distinto y que fueron los responsables de aquellas ejecuciones a los terroristas fuera de combate (esto es parte del proceso en sede nacional). Sin embargo, nada es razonable en el Perú y se enjuició a todos los héroes, encadenándoles a un proceso largo y oneroso, que no sólo mancha sus honras, sino que avergüenza la consciencia de todo el Perú.
La mezquindad. Sabemos todos que los procesos judiciales son exageradamente largos y que hoy hay cientos y miles de personas presas sin sentencias. Como resultado, es sabido que no son las sentencias que arruinan vidas sino la sola idea de tener que ser sometido a la dinámica judicial. No obstante, conociendo esto la ONG Aprodeh decidió tomar el caso y llevarlo ante la CIDH y luego ante la CIDH para sancionar al Estado Peruano por no juzgar a los responsables de las supuestas ejecuciones. Ahí está la mezquindad, en escoger un caso delicado, que ya estaba marcado por la cruel torpeza de los funcionarios militares y aprovechar el común letargo judicial para derrotar al Estado una vez más. No sabemos si hay relación ideológica que motive llevar estos casos, pero lo que si nos queda claro existe mucha exaltación generalizada por lograr sentencias contra el Perú, sin importar las vidas que se arruinan. Este es un caso de discreción advenediza que pone en cuestión la consciencia no sólo moral, sino social de estas ONGs.
Los héroes, lo son a pesar de lo que el Perú haga contra ellos. Y desde acá les rendimos el más alto tributo, por arriesgar sus vidas para defender la ley, el orden y los derechos humanos. Asimismo, haremos desde este Diario todo lo posible para recordarles a todos los peruanos las diarias hazañas que acometen para derrotar a los enemigos de la paz y la democracia. En esa misma línea, también denunciaremos a las autoridades y ONGs, que por igual traicionan y maltratan a nuestras Fuerzas Armadas. En cuanto al caso llevado a San José, la Corte tal vez falle a favor de las recomendaciones de la CIDH, porque seguro el juicio llevado contra los 147 en el fuero militar estuvo plagado de cuestionamientos. Sin embargo, la culpa no está en Costa Rica, sino en el Perú. ¿Por qué los funcionarios del fuero militar no pudieron enjuiciar sólo a los sospechosos? Entre ellos estaban Jesús Zamudio, Nicolás Hermoza Rios, Roberto Huaman Azcurra y Vladimiro Montesinos. ¿Por qué la ONG escoge este caso contra el Estado peruano sabiendo que se sometería a los héroes a costosas idas y vueltas procesales? Aquí vemos una vemos una vez como los peruanos ciegos nos ponemos zancadillas. La ineptitud e ignorancia son la madre de todas las responsabilidades del Perú en fueron internacionales, en coordinación con ONGs hambrientas de victorias. Como resultado el Estado Peruano debe someter a una sociedad herida por el terror a pagar reparaciones a esos victimarios y criminales. Sin embargo, en vez de rasgarnos las vestiduras debemos profundizar la reformar del sistema de justicia, garantizar los derechos de todos los ciudadanos e invertir en una defensa del Estado que sea integrada e inteligente. Sólo así acabaremos con el agosto oenegero[i] y la indignidad a la que sometemos a los que dan sus vidas por defendernos.
[i] Personas que pertenecen o trabajan en Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s)