“Fluir es el estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa.”
Mihalyi Csikzentmihalyi
«Fluir» es un concepto cada vez más popular. ¿A qué se refiere realmente?
Para tener claro que significa fluir es importante empezar a entender qué es la resistencia.
La resistencia, como yo la entiendo, está relacionada a la incomodidad que experimentamos frente a algunas situaciones que juzgamos como injustas o desagradables. Cuando no queremos que las cosas cambien, cuando estamos cansados de lo mismo de siempre o cuando simplemente tenemos ganas de darle la contra a todo porque hay algo dentro de nosotros que quiere salir y no sabe como.
Salir de la famosa “zona de comodidad” por ejemplo puede generar mucha resistencia y eso no quiere decir que la estemos pasando bien ahí dentro. Pues ahí dentro, también resistimos.
A veces pasamos bastante tiempo dando vueltas sobre lo que no queremos y quejándonos de lo que pasa, preguntándonos “¿por qué a mi?” mientras buscamos alguna excusa que nos libre de asumir la responsabilidad de tomar una decisión o de actuar.
Así vamos resistiendo cada día, por ejemplo, el tener que levantarnos temprano para llevar a los hijos al colegio, el caótico trafico limeño, la reunión con ese cliente antipático, la aburrida clase en la universidad, etc.
Esto pasa porque en el fondo, una parte de nosotros, sabe que esto podría ser diferente y tenemos la fantasía de que no lo elegimos. La verdad es que siempre estamos eligiendo ya sea cómo actuamos o por lo menos la actitud que asumimos a cada momento.
Muchas veces, nos contamos el cuento de que la vida nos pasa, sin ver que somos nosotros quienes pasamos por la vida y quienes vamos tomando elecciones a cada momento; elecciones que tienen consecuencias.
La resistencia requiere de mucha energía y puede resultar física y emocionalmente agotadora. Sin contar con que viene acompañada de una actitud que obviamente influye en nuestro entorno y sobre todo en nuestras relaciones.
Es así como llegamos a otra posibilidad: fluir.
Si consideramos que hay alguna situación de la que no podemos hacernos cargo y nos sentimos completamente víctimas de las circunstancias, igual en ese momento, tenemos la posibilidad de elegir la actitud que asumimos frente a ella con responsabilidad.
No se trata de aguantar todo lo que pasa y seguir adelante reprimiendo emociones, sino de tomar una nueva elección que te apoye a estar presente con lo que está sucediendo en el momento y nada más. Se trata de animarse a avanzar en la vida con una nueva visión, soltando el juicio de cómo debería ser y tomando lo que hay con buena actitud.
Es saber que las predicciones que acostumbramos a hacer en base a experiencias del pasado, son realmente absurdas si consideramos que con el cambio de una sola variable, las posibilidades de que el resultado sea distinto, son miles.
Se trata de soltar el apego al pasado y a las expectativas del futuro y tomar las cosas como son, aquí y ahora.
Si te detienes un momento y te preguntas «¿para qué estoy viviendo esto?» “¿Qué hay aquí para mi?» podrías empezar a ejercitar una nueva forma de ver la vida.
¿Qué pasa si en lugar de perder tiempo y energías en lamentarnos, aprovechamos la situación para aprender y seguimos adelante?
Así podemos elegir una nueva actitud a cada momento.
Si logramos verlo así y además confiamos en que contamos con las habilidades necesarias para caminar por la vida, fluir se convierte en nuestra mejor opción.
De esta manera, puedes recuperar la energía que has ido perdiendo en resistir todo este tiempo y disfrutar mucho más la vida.
Empieza probando con pequeñas cosas y verás que puede ser muy positivo y hasta divertido si así lo eliges.