El Perú ha dado una muestra clara que desea mantener el modelo de mercado, que ni libre, ni social, es. Es de mercado, a secas. Libre y social bien pueden ser palabras “comadreja” como diría Hayek, destinadas a tergiversar el verdadero contenido. Y aquí algo para no dejarnos atarantar: En el caso peruano, social suena políticamente correcto, así que se dejó ahí en diciembre de 1993. No fue por seguir a la Alemania Occidental de la postguerra. Es más, alguien alguna vez reemplazó en textos enteros, y en vez de “social” puso “popular” y le fue muy bien.
A los marxistas, y los que no saben que son marxistas (que son mas), les causa escozor esto del mercado. Pero, para bien o para mal, todos somos el mercado. Todos somos compradores, vendedores, todos nos constituimos en hogares y empresas destinados a satisfacer nuestras demandas, inclusive las de blogueros extranjeros. Así, el mercado no es ni una entelequia apátrida, ni mucho menos tentáculos globalizadores. Somos todos al momento de comprar y consumir. Marx, en El Capital, reduce el mercado a la mercancía, al producto material, ignorándose a sí mismo como nuevo hegeliano, y sesgando generaciones enteras de izquierdistas a limitarse a hablar de economía y de plusvalía en término de bienes. Ahora bien, el mercado son bienes, servicios e ideas. En el Perú la compra y venta, cada vez más libre, de ellos, nos ha permitido reducir la pobreza, ser económicamente confiables, predecibles, y saber lo que valen nuestras riquezas. La aplicación de economías de mercado ha ido emancipando, como ninguno otro medio, al hombre y mujer del Ande, les ha permitido hacer empresa, saber que puede pedir más (y protestar) y brindar algo más de bienestar a su hogar en estos últimos lustros. También ha generado expectativas en un nuestra costa, y ha permitido conectar la Selva con nuestros vecinos de Colombia y Brasil.
Por estas razones, resulta imperativo que el Estado peruano, en versión de su próximo Gobierno, pueda defender de manera resoluta tres objetivos políticos orientados a dar un mayor ímpetu a esta mirada de mercado. Los menciono en relación a su duración.
- Las reuniones del Foro de Cooperación Asia-Pacifico, APEC, constituyen un excelente marco, de aquí hasta noviembre de este año, para consolidarnos como un hub regional, con ideas innovadoras. El Perú ha entrado a un grupo de elite y tiene el honor de ser el anfitrión de reuniones durante todo el año. Junto a Estados Unidos, Japón, Australia, Indonesia y China, está repitiendo este rol dentro del Foro; esto con el añadido de ser la única económica que lo hace en menos de 10 años. Las principales 21 economías del Anillo el Pacifico están presentes discutiendo temas comerciales y de inversión. Más aun, estas reuniones sirven de ocasión para reunirse, de forma bilateral o en grupo, con los pares, y conversar de temas que podrían ser esquivos en otros momentos. De este modo discusiones aduaneras, de manejo de controversias, iniciativas conjuntas, futuros TLCs, pueden reflejar fehacientemente el interés peruano. Que mejor que hacerlo que en casa, mostrando no solo Lima, sino varias ciudades del país, ayudando al turismo dicho sea de paso.
- Las dinámica de Alianza del Pacifico ya tienen un cariz formal, y permite generar reuniones de alto nivel. Durante los próximos cinco años, habiendo sido el Perú el creador de este grupo, está en la responsabilidad de guiar este proceso y acelerar el paso antes que se aggiorne. Con logros concretos como Consulados conjuntos, índices bursátiles conjuntos, supresión de visas, entre otros, no queda más ir que hacia adelante. Qué mejor escenario que la caída “inexorable” (quemando etapas históricas), de los gobiernos de izquierda en la región; así lo muestra la miseria del historicismo bolivariano.
- Go East. No está en los planes del Estado como tal, pero es mi sugerencia, ante la falta de algo similar. Algunos años atrás estuve en Fujian, China, y los funcionarios de Gobierno de allá, mencionaban que el Partido había tratado de ir al “oeste”. Sabían que el desarrollo económico había llegado a sus costas, y debían trasladar esas dinámicas hacia el interior, hacia Sichuan, Hunan y Guizhou, y estaban en esa lucha. En el Perú, la orientación es distinta, y no solo geografía. Es imprescindible mirar hacia adentro y ver que falta a nivel comercial, a nivel de reformas de segunda generación pendientes, y buscar que las cadenas de suministros nos permitan comerciar entre nosotros y con el exterior, granos, minerales, hortalizas, químicos, textiles. No es solo un “TLC hacia adentro”, es más bien el pretexto del TLC para generar un paquete de políticas permanentes. El uso de internet, fomento de derechos de propiedad y agilización de procesos estatales son los primero pasos para ir al Este. Este paquete de políticas es de largo aliento, no debe morir con el siguiente Gobierno, sino más bien establecerse. Si toma más tiempo está bien. La descentralización política se ha dado desde siempre y sigue siendo mala, podemos esperar que la económica sea mejor dados los logros. Se deben dar las líneas maestras de un plan más allá del Bicentenario, y que sea permanente. Huancayo, Pasco, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, et a lo piden sin decirlo, votando. La idea debe mantenerse simple ante todo, ir al Este.
En estos últimos 25 años, no ha sido un espíritu absoluto y advenedizo, el que ha sacado al Perú de décadas de estancamiento, sino la interacción del hombre, buscando ampliar las barreras de lo que ha sido naturalmente esquivo. El día a día con arancel bajo, con inflación controlada, con dólar predecible, con mercados afuera, y con el trabajo del pueblo, lo ha hecho. Es una fatal arrogancia pensar que al Perú lo salvó la derecha mercantilista o la izquierda políticamente correcta(¿?), al Perú lo salvaron los peruanos y ello debe ir completado de un Estado que maximice sus oportunidades. Lamentablemente, nada de estas tres ideas tendrá éxito si no elimina el terrorismo, haya un buen clima de inversiones, seguridad para las inversiones y buena gobernabilidad.