Berta Cáceres -madre de cuatro hijos, líder comunal y activista por los derechos indígenas, campesinos y la defensa del medio ambiente– fue asesinada este jueves durante la madrugada en la localidad de La Esperanza, en la región occidental de su país natal, Honduras. Y, aunque la policía local aseguró que Cáceres fue ultimada en un intento de robo, su madre aseguró a la agencia AFP que “todos sabemos que fue por su lucha”.
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El crimen ha conmocionado a todo el país centroamericano, un país que -según un informe difundido en 2014- es el más peligroso de toda América Latina para los activistas medioambientales y en el que, según cifras de Global Witness, desde 2002 a 2014 se ha visto morir a 111 líderes relacionados al activismo.
Berta Cáceres se hizo famosa fuera del continente tras obtener el premio Goldman, el máximo reconocimiento a nivel mundial para los activistas del medio ambiente, en abril de 2015, por encabezar las protestas que devinieron en la paralización de un polémico proyecto hidroeléctrico sobre el río Gualarque (sagrado para las comunidades locales) que había negado a los indígenas el derecho a la consulta previa y que contaba con el respaldo inicial del Banco Mundial (BM) y la empresa más importante en construcción de represas, la china Sinohydro.
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Tanto después, como durante las protestas, Cáceres había recibido incontables amenazas de muerte que -inclusive- la llevaron a sacar a sus hijos de Honduras por temor a que estos fueran atacados. “Había presencia y hostigamiento militar, policial, guardias privados, sicarios. Incluso la policía hizo acciones en que apuntó los cañones de sus fusiles a las cabezas de niños y niñas y ancianos de Río Blanco”, denunció Cáceres en entrevista con la BBC sobre aquel conflicto social por el que hoy, según la especulación de muchos, fue ultimada.